sábado, 7 de diciembre de 2013

Paco

Mi hijo mayor tiene un perro que se  llama Paco, lo acompaña desde hace seis años y es su inseparable compañero. Cuando se fue a vivir a su segunda patria, Chile se lo llevo con el  y
ahora que esta de vuelta, casado, con una  simpatiquisima niña chilena viven con el en un pequeño
departamento,  a raiz de una conversacion que tuve con el,  parece ser  que se vienen a vivir conmigo
los tres.

 Asi que estoy feliz con esa posibilidad pues Paco pasara a ser parte de mi tambien.
Me imagino  lo feliz que voy a ser teniendo a los tres  en casa .

 Esta es una entrada muy pequeña pero queria compartir  esta vivencia con ustedes queridos amigos.

Hasta la proxima.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Si esta es la primavera, me siento en las flores

"Si esto es la primavera, me siento en las flores".

Eso decía mi madre cuando empezaba la primavera, que en estos lares ocurre entre el 23 y 24 de setiembre. La primavera supone una estación de renacimiento, renacen las flores, florece el amor, supone el cambio de ánimo de la gente. En resumen, una estación donde se resucita luego de un abrumador invierno.

Sucede que aquí en Lima, el frío continúa, las flores no han renacido, el amor no ha florecido y el ánimo de la gente sigue igual. Uno no sabe qué ropa ponerse, si va a salir un sol de mediodía que es un bonito adorno porque de calentar, calienta muy poco. Si bien ya la ropa muy gruesa del invierno es innecesaria, los matices del grosor de nuestra indumentaria nos pueden jugar malas pasadas. Hoy me puse solamente una camisa de manga larga porque ayer la temperatura era como para vestirse así, pero resulta que anoche llovió y la humedad está en el aire, con la consiguiente sensación fría.

Creo que el que tenía secreto para desfacer este entuerto era mi padre. Él decía: "en primavera, hay que vestirse de verano por dentro y de invierno por fuera". Tenía mucha razón.

Envidio a las personas que habitan otros lugares donde las estaciones son marcadas, donde el invierno es invierno y viene la nieve, y los esquíes, los gorritos de lana para la cabeza, los guantes; donde en el otoño caen las hojas de los árboles formando una mixtura de colores inexplicablemente bella. En la primavera todo renace y se reverdece, y el verano, donde las vacaciones son el destino de todo el mundo y todos desaparecen.

En fin, cosas del clima y del lugar donde vivimos. Seguiremos gozando de nuestra increíble mezcla de climas, de estaciones, nuestro lindo cielo plomo que no nos deja ver las estrellas y nuestra omnipresente humedad casi al 100% (acá ya casi no tenemos pulmones sino branquias).

Razón tenía mi madre: "si esta es la primavera, me siento en las flores".

jueves, 24 de octubre de 2013

Y yo sigo aquí

He estado algo ausente de este barrio virtual. Como les conté en una entrada anterior, estuve muy dedicado a la preparación de mi libro, que se está vendiendo bastante bien. Fueron meses intensos de redacción, corrección y afinación de detalles finales que felizmente llegaron a buen puerto, gracias a la ayuda de muchos amigos que acompañaron en este camino.

De otro lado, hace poco menos de tres semanas, me sometí a un tercer implante de células madre con un procedimiento diferente a los dos anteriores. No solamente el procedimiento duró menos, casi la mitad, sino que los resultados han sido visibles mucho más rápido y de manera más notoria. He reducido la cantidad de pastillas diarias, y lo más importante es que estoy dando pasos sin ayuda. Todavía estoy en la etapa de caminar lento, pero la parte a destacar acá es CAMINANDO. Además de eso, no dejo mis ejercicios de bicicleta estacionaria, meditación y pensamiento positivo. Por supuesto, no puedo dejar de mencionar que la oración es una presencia imprenscindible todos los días.

Todas estas explicaciones se me hacen necesarias para que todos ustedes estén enterados de que este silencio tiene buenas razones. A pesar de no escribir tanto como me gustaría y de haber reducido la frecuencia de mis visitas a sus blogs, quiero que sepan que los tengo siempre presentes, que a veces leo sus entradas silenciosamente, sin comentar, pero con la sensación de ser parte de este genial mundo virtual.

En resumen, todo está bien. Yo estoy bien, lleno de novedades buenas como pueden ver. Y quería compartir las buenas nuevas con ustedes.

Gracias por estar ahí.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Fin del suspenso

Ahora que estoy de vuelta en estos barrios blogueros puedo contarles de qué se trataba ese secretísimo y misterioso proyecto que estos últimos meses me tuvo alejado de Columna 17 y de ustedes, mis queridos amigos y lectores.

Con orgullo pongo en su conocimiento la publicación de mi libro "El párkinson y yo", impecablemente editado por una universidad privada peruana cuyo fundador y personas que prestan sus servicio se han portado conmigo de una manera tan atenta y eficiente que me faltan palabras para agradecerles por su participación en esta aventura.

Se trata de un relato desde mi experiencia como paciente con el mal de Parkinson, con un breve recuento de mi vida con esta condición médica, de mis peripecias cotidianas sazonadas con anécdotas graciosas y de las otras, desde que aparecieron las primeras manifestaciones hasta estos momentos. El libro está escrito en primera persona de una forma franca, y yo diría hasta brutalmente descarnada, con la idea de compartir lo que he ganado en experiencia en estos años en que Mr. Park ha sido mi compañero obligado.

Finalmente, es un libro dirigido a pacientes con párkinson, a las familias y amigos de esos pacientes y al público en general en un lenguaje de fácil comprensión que, espero sea del agrado de todos.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

La risa, mi remedio infalible

Hace muy pocos días, mi hijo menor me envió un mail que me llevaba a un video con varias recomendaciones para que los que tenemos el mal de Parkinson puedan sentirse mejor. Es un video de un médico que da una serie de recomendaciones que permiten que, sin tomar pastillas, los síntomas propios de esta condición desaparezcan, al menos por un momento.

Como conclusión saqué que había que eliminar el estrés y que la mente es un arma sumamente poderosa capaz de producir estrés, pero también capaz de producir el efecto contrario, es decir, paz y tranquilidad.

Debo confesar que estoy pasando por días de estrés debido a muchos factores, de los cuales el principal son retrasos en el proyecto del que he dado indicios a mis lectores, retrasos que son ajenos a mi responsabilidad y control. Comprenderán que no me siento en capacidad de sentarme a escribir una nueva entrada cuando mi mente está en otro lado. Gracias a los que preguntaron por mí intrigados por mi inusual silencio.

Aplicando las recomendaciones de este doctor, que en realidad pongo en práctica desde hace tiempo por puro instinto y sentido común, en las mañanas me siento frente a la computadora cantando, tarareando melodías que deben estar ocultas en algún recóndito rincón de mi mente, me repito que estoy bien, que las cosas van a salir a pedir de boca, trato de reírme de las cosas más tontas, entre otras pequeñas tácticas. Y puedo decir que la mente puede atraer lo bueno si nos proponemos a pensar solamente en lo bueno.

En esa onda estaba cuando hoy, miércoles 11 de setiembre de 2013 a las 7:30 am, sonó el teléfono. A esa hora ya estoy frente a mi pantalla con vista al mundo aunque no puedo hablar. Aun así contesté y al otro lado de la línea estaba la única prima mayor que yo. Es una prima a la que quiero mucho, es una mujer sumamente valiosa y que siempre ayuda a los demás (orgullosamente puedo decir que estoy entre esos demás) sin dudar con la gran caracterísitica de tener un genio muy fuerte que si fuera niño me haría recordar al cuco. A la vez, es dulce y cariñosa y con los pies bien puestos en la tierra. Una extraña combinación que la convierte en ese ser especial al que quiero tanto.

Bueno, era mi prima y luego de los saludos de rigor me dijo:
- ¿Sabes por qué te llamo?
- No -contesté francamente.
- ¿No sabes? -me replicó, con un tono que me hizo pensar que hoy pasaba algo que yo TENÍA que saber. Mi cabeza giró a mil por hora, pero nada, cero.

Y así se lo confesé, sabiendo que me arriesgaba a una recriminación de su parte, a lo que ella prosiguió:
- Te llamo porque hoy es el cuarto anivesario de la muerte de tu madre y simplemente quería reiterarte mi pesar por su ausencia. Sabes muy bien que a mi tía la quería muchísimo, que era una gran mujer, que siempre la sentí y la siento muy cerca de mí y llamaba para recordarla junto a ti.

Me quedé de una sola pieza. Las lágrimas llegaron en tropel a mis ojos, pero aguanté a pie firme. Le agradecí y me dijo que también iba a llamar a mi hermana, que vive fuera del Perú para decirle lo mismo.

Cuando colgué, en lugar de sumirme en la pena, comencé a elaborar pensamientos positivos de los momentos felices que pasé con mi madre, de los momentos felices que ella tuvo, de sus bromas, de cómo festejaba su cumpleaños casi con tono infantil y tirando la casa por la ventana. Así celebró  hasta su último cumpleaños.

Contándoles este comienzo de mi día es que marco mi regreso a Columna 17 después de un largo e involuntario silencio. Estoy de vuelta, espero que me hayan extrañado. Y mucho, porque yo sí los he extrañado. Mucho.

viernes, 23 de agosto de 2013

De tecnología y algo más

Hay un comercial de una empresa prestadora de servicios de telefonía celular que me trae graciosos e insolitos recuerdos de una persona muy cercana mí, o sea yo. En este comercial, se ve a un muchacho de unos 20 años a punto de subirse a una moto mientras habla por teléfono celular con su abuelo. Ya se están despidiendo cuando el abuelo le dice, como algo casual:
- Oye hijo, ¿cómo hago para mandar una foto por e-mail?

El muchacho pone cara de infinita paciencia y procede a explicarle el procedimiento, lo que ya no se ve en el comercial.

Les confieso que me he sentido plenamente identificado con el caballero que le pregunta al nieto sobre cómo hacer para salir de los problemas que le da la computadora, o la máquina del averno, como la denomina este pechito. Me sucede no solamente con la computadora, sino también con el televisor, con su respectivo decodificador y, finalmente, con los teléfonos celulares.

Tres aparatos que, si bien no me tienen loco, me tienen como un hombre al borde de un ataque de nervios.

Por el párkinson que llevo encima muchas veces tecleo una letra por otra o el dedo se me queda pegado y la letra se repite innumerables veces, paso por movimientos que causan que me salgan diversas cosas en la pantalla, ya sea un cuadro dándome informacion estadística de los habitantes del Peru o listas interminables de nombres que no entiendo qué hacen ahí.

Muchas veces que quiero salir del embrollo en que me he metido procedo a hacer la llamada en cuestión, ya sea a uno de mis hijos o a Gaby, quienes me contestan algo así como: "lleva el cursor hasta la flechita roja que está a tu derecha de la pantalla, en la parte de arriba". Procedo a hacer la operación indicada, pero cuando llego al destino... resulta que no encuentro la tal flechita roja.

Otra respuesta típica puede ser: "aprieta ALT + F4 para cerrar esa ventana y luego abres una nueva". Primero tuve que aprender qué es el cursor, y ya sé que es esa flechita que nunca encuentro porque se va por cualquier sitio de la pantalla. Estoy seguro de que entre el mouse, que supuestamente controla el cursor, y el cursor hay un divorcio tremendo. O no hablan el mismo idioma. Ya sé también qué es una ventana, que no tiene nada que ver con ese invento para mirar a través de las paredes. Ambas cosas las descubrí solo, por simple amor propio y para evitar preguntar: "¿qué es el cursor?", o la ventana, respecitvamente.

A veces estoy escribiendo de lo más feliz y no sé qué aprieto que la ventana se me achica, y se me ponen los pelos de punta pensando que ya perdí todo mi arduo trabajo de horas. Pero resulta que no es así, felizmente. Solamente debo restaurar la ventana, o maximizarla, como dicen que se llama.

La cosa es que termino lanzando un SOS para que alguien salve esta alma perdida y deseperada, y la cosa es que siempre termino escuchando respuestas como "maximiza la ventana", "dale UNDO", "redúcele la los pixeles" y otras cosas por el estilo.

Como anécdota, hace muchos años, antes de que yo siquiera soñara con usar una computadora del puro miedo que me daba el aparato, y menos aun tener un blog, mi segundo hijo me dio su dirección de correo electrónico. Yo apuntaba diligentemente lo que me dictaba: "segundohijo, todo junto, arroba yahoo punto com". En vez de escribir segundohijo@yahoo.com, yo escribí "segundo hijo todo junto arroba yajú punto com". No exagero.

Esta es mi historia con la computadora. Mi lucha diaria, diría yo. En cuanto al televisor, lo que me complica la existencia es el bendito decodificador. Para empezar, hay dos controles remotos, uno para el televisor y otro para el decodificador. Bueno pues, a acostumbrarse, ni modo. El control remoto del televisor solamente lo uso para prenderlo y apagarlo, así que una vez prendido lo dejo a un lado... hasta que tengo que subir o bajar el volumen, porque resulta que cada aparato lo tiene aparte. En una de esas, la pantalla se me achica y ahí sí que viene la crisis porque llamo a uno de mis rescatadores o llamo a la misma empresa para que me auxilien. Uno u otro, siempre viene alguien en mi rescate.

Finalmente, donde me confieso inepto tecnológico total es con las funciones del teléfono celular. Y eso que mi teléfono es bastante simple, bueno, simple para los tiempos que corren porque resulta que toma fotos y hasta tiene grabadora. No me imagino usando uno de esos teléfonos que se manejan tocando la pantalla, que agrandan y achican fotos solamente con tocarlas, que mandan mensajes SMS (ni siquiera sé cómo se manda uno de esos) a teléfonos en otros países, entre otras tantas cosas que no quiero ni imaginar. Piensen además que debo hacer todo eso con el temblor del párkinson. De los mensajes de texto no quiero ni hablar.

Esos son los gajes de vivir en un tiempo muy diferente del tiempo en el que crecí, donde para llamar por teléfono simplemente marcaba con un disco y esperaba que timbrara. No tenía que tener señal, ni crédito, ni batería. Ni tampoco escuchaba a una dama que me invitaba a dejar mi mensaje en la casilla de voz. Aunque debo admitir que tampoco se podía ver ni oír a quienes vivian fuera de nuestras fronteras, como hago ahora con mis hijos y nietos que viven en Chile. Hasta podemos conversar mientras nos vemos gracias a algo que se llama Skype y que... tampoco sabría cómo funciona si no fuera por las indicaciones bien escritas que tengo al lado de mi computadora.

Bienvenida la modernidad.

lunes, 8 de julio de 2013

El enigma de la bolsita

El otro día, estaba yo en casa viendo televisión  una tarde cualquiera. De repente, sonó el timbre de la puerta principal de mi departamento. La niña que me asiste, como es lógico, fue a ver quién era y se demoró un poco más de lo usual.

Cuando finalmente se apareció, tenía una cara de alucinada que despertó mi curiosidad. Los ojos se le salían de las órbitas mientras me decía:
- Doctor, doctor, ¿tiene usted bolsitas de (y me dio el nombre de un autoservicio peruano conocido)?
- Claro que sí, sabes muy bien que es el lugar donde hago las compras de la casa. ¿Por qué?
- Es que afuera hay un joven que está ofreciendo por 10 soles (unos cuatro dólares) y una bolsa de cualquier tamaño de esta tienda un juego de cinco fiambreras bien bonitas.

Hago aquí un alto pues por no querer usar el anglicismo táper (de tupperware) he debido recurrir al diccionario para ver cómo se dice en castellano lo que en el Perú todo el mundo conoce como táper. Como se me ha hecho una mazamorra entre fiambrera, táper y tupper o recipiente con tapa, usen ustedes el término que quieran que para el caso es lo mismo.
- ¿Cómo has dicho? -le pregunté, con la convicción de haberle entendido mal.
- Afuera hay un chico que tiene en venta unos tápers lindísimos, muy elegantes, con todo y tapa, de colores. En una caja vienen cinco, cada uno con su tapa, de diferentes tamaños.

En el Perú, un solo táper mediano puede costar entre 7 y 10 soles. Aquí eran cinco por la tercera parte del precio. Además, ¡¿una bolsa?! Eso no tiene ningún costo, una vez que las traigo a casa, quedan para envolver y botar la basura, previamente clasificada para el respectivo reciclaje, que le dicen.
- A ver, trae los tápers para verlos.

Al cabo de dos minutos regresó con una caja de excelente presentación. La abrí, saqué los tápers uno por uno y comprobé que eran de buena calidad. El vidrio del que estaban hechos se veía bastante resistente, las tapas de plástico cerraban herméticamente y por ahí decían que se podían poner en el microondas. Mi cerebro comenzó a girar a la velocidad de la luz. No entendía el precio relativamente bajo comparado con la calidad del producto, y menos entendía el asunto de la bolsita. Así que dije para mis adentros: si encuentro exactamente un billete de 10 soles, lo compro. Si no, no.

Hurgué en el lugar donde guardo mis billetes y... ¡eureka! Había únicamente billetes de 10 soles. Saqué uno y mientras se lo entregaba a la muchacha, le dije en tono desafiante:
- Ahora pues, busca la bolsita.

Con un sonrisa, sacó su mano, escondida detrás de ella mientras decía triunfante:
- ¡Acá está!

Definitivamente, el cosmos me estaba diciendo algo. Así que me limité a decirle que fuera a pagar.

Al cabo de un minuto, se apareció con la cajita recién comprada y con una sorpresa: un adminículo para guardar zapatos, que se hacía como acordeón, elegantísimo, hecho de una tela gruesa y oscura que forraba algo como madera. Me dijo que el precio era igual: 10 soles y una bolsa del mismo
autoservicio.
- ¡Vade retro! Si me sigues enseñando las cosas que vende este señor, me quedo sin plata... y sin bolsas.

Cosas que pasan un día cualquiera.

martes, 14 de mayo de 2013

La Primacha

Querida primacha:

Hace algunos dias, me enteré de una forma casual que ya no estás entre nosotros. Me enteré de que el primero de mayo partiste hacia donde están los ángeles, que ya no te veremos más, que ya no está en este mundo quien firmaba a cada momento como "Primacha" en sus constantes comentarios en mi blog. Tía y primos y a ti, Antonio, compañero, quiero decirles que los acompaño en su dolor.

Con estas palabras, me despedí en Facebook de una prima muy especial en cuanto supe de su viaje eterno, que me tomó tan de sorpresa como la reaparición de esta prima en mi vida.

Este fue tu último comentario en Columna 17, en la entrada De vuelta al barrio:
Primacho, te envío un saludito un poco atrasado, más vale tarde que nunca. Un fuerte abrazo de la Primacha.
Me saludaba por mi cumpleaños, que fue el 17 de abril. Su comentario es del 24 de abril. Como ya dije, su partida fue el 1 de mayo. Quién lo diría, apenas una semana antes.

Para mí, la Primacha significaba el único contacto con mi familia paterna, que a pesar de ser muchos entre tíos y primos, nunca se reúne y está desperdigada por todos sitios, entre el Perú y el extranjero. A través del Facebook, se dedicó a unir a esa desperdigada familia.

Así fue como me reencontré con ella hace algunos años, a raíz de este blog. Un día, recibí un comentario firmado con un enigmático Primacha, sin dar mayores luces de su nombre. Después supe que se había enterado de la existencia de esta bitácora virtual porque se lo preguntó a uno de mis hijos, que se llama igual que yo, y apareció por estos predios sin anuncio alguno.

Desde ese momento, se convirtió en lectora y comentarista fiel de cada entrada, hasta la última que leyó.

Primacha, gracias por todo.

viernes, 26 de abril de 2013

Los doce del chifa(*)

El día lunes pasado, abrí mi correo y encontré un mensaje de Coco, el eterno y bienaventurado representante de nuestra promoción de colegio. Creo que también le dicen presidente, título bien merecido por lo demás.

El mensaje decía:
Queridos Amigos...
Da la impresión que hay muchos que ya no asisten a las reuniones. Estos dicen.... “Ufff que lejos, estoy cansado.... la chamba.... el tráfico......muy allá...no tengo tiempo...”
¡Sabemos de las excusas! Así los que viven en San Isidro / Miraflores no quieren ir hacia Chacarilla y viceversa. Entonces la idea que sugiere es que se proponga una reunión en San Isidro para los Sanisidrinos, va bien un petit entourage.... y otra reunión, otra vez, un autre jour, en Surco para los Surcanos también. Porque surge este pensamiento que están sufriendo de mucho agotamiento por la edad, fértil fatiga de ancianidad que se avecina, considerable sofocón de primaveras.... los años pasan.... es la edad...... y el cansancio conquista, el desgano domina y se empadrona.......ojo!!!!!!
Sin embargo hay todavía.... bravo muchachos!... muchos que no se dejan, perseveran, persisten y luchan por ganarse un buen momento simpático de risas entre compañeros de la vida, entre amis.... para ellos, entonces, nos vemos este Miércoles 24 de Abril en el Chifa Hou Wha, que tanto les gusta porque hay buena asistencia, en Carlos Tenaud # 490, Miraflores (Esquina con Paseo de la República) a las 8:00 pm....
Cariños y Saludos
Este mensaje tan simpáticamente perentorio provocó un mea culpa introspectivo, pues reconozco ser uno de los que se corría de las reuniones con las más insólitas y diversas justificaciones que quedaban para mis adentros, pues ni siquiera tenía la educación de excusarme. Pero cuando me tocaron la fibra de viejo de una manera tan jovial y desenfadada, alisté mis petacas y me preparé para ir.

Como soy terco, y en el fondo algo me jalaba para quedarme en casa, le mandé un retador mensaje a Coco: "¿alguien puede pasar por mí?", y cuando Coco me contestó que él mismo vendría a recogerme, con silla de ruedas y demás parafernalia, tuve que admitir que no tenía más remedio que ir.

Coco me dijo que estaría a las 8:00 pm en mi casa, y yo, cumplidoramente, empecé a alistarme a las 6:30 pm. Pero, ay de los cumplidos, como bien dice Gabriela... Coco llegó a las 8:36 pm, con su clásica sonrisa con la que arregla todo. Me miró fijamente y me dijo: "Hola... ¿y ahora cómo hacemos para subirte al auto?" Para hacer corto un cuento largo, me subieron al auto y partimos rumbo al chifa. De camino al chifa, Coco me fue haciendo un resumen de las historias clínicas de los demás miembros de la promoción. Fue de miedo.

Al llegar al chifa, Coco entró y fue a buscar al más fuerte de la promoción, Felipe. Por lo menos, dicen que es el más fuerte. Entre los dos me bajaron tan mal y tan muertos de risa, que me quedé colgando entre el asiento del carro de Coco, la pista y la silla de ruedas. Felizmente, pasó un buen samaritano que logró acomodarme, con lo que por fin pudimos entrar al chifa. Me sentí el rey de la creación, pues los atentos mozos sacaron una rampa de madera especial que pusieron a mi disposición.

Ya adentro del chifa, vi una mesa redonda pobalda de caras que reconocí y que me estaban esperando. Conmigo y Coco ahí completamos los doce del patíbulo. O doce hombres en pugna. O los doce de la mesa redonda. O los doce del chifa.

Antes de hablar, me dediqué a comer. Todo riquísimo.

Me senté entre Juan B. y Gustavo. De lo primero que se trató fue del viaje de promoción, que fue a Europa. Todos recordamos que Gustavo se desapareció en el viaje, yo recordaba que fueron cinco días. Él dice que fue solamente un día.

Juan es un tipo super simpático. Gustavo es más bien serio y solemne y a quien yo admiraba secretamente en los tiempos escolares, sin que fuéramos amigos cercanos. En un momento, me divertía con Juan, en otro momento, conversaba amena y seriamente con Gustavo.

También estaba Juan M. y Javier, ambos han sufrido derrames cerebrales en su momento los dejaron muy graves, pero me agradó verlos en buena forma y bastante recuperados. Juan M. había sido el presidente de la promoción en el tiempo en que terminamos el colegio, en 1965. Saquen sus cuentas, en esos días, teníamos entre 16 y 17 años.

Estaban también Augusto, Tito, Miguel, Enrique y Manuel, hermano de Juan B. En un momento, Miguel comentó, refiriéndose a otro grupo que estaba en una mesa cercana: "miren a los de esa mesa, de todas maneras, esos son compañeros de promoción. ¿Serán más viejos que nosotros?" El comentario me pareció sumamente ocurrente.

La política actual no dejó de ser el tema, salpicado con breves anécdotas, aventuras y cómo estaba cada uno de nosotros en su vida diaria, nuestros hijos y también, cómo no, nuestros nietos.

Al borde de las 10:30 pm, los miraflorinos empezamos a levar anclas como en Fuenteovejuna: todos a una. Gustavo tuvo un noble gesto para commigo, que le agradecí mucho.

En resumen: la pasamos muy bien. Luego de las despedidas, Coco me trajo de vuelta a casa.

He quedado a la espera de la nueva reunión para volver a hacer la pregunta: "¿quién pasa por mí?"

(*)En el Perú, a los restaurantes de comida china se les conoce como chifa.

jueves, 11 de abril de 2013

De vuelta al barrio

Les comento que terminé mi parte del proyecto en el que estuve embarcado los últimos dos meses. Ha sido una experiencia sensacional de la que les contaré en su momento. No me quiero hacer el interesante ni misterioso, sino que tengo el compromiso con terceros de no hablar del asunto por ahora. A su vez, ellos tampoco divulgarán nada al respecto.
Lo que sí puedo contar es que la experiencia me ha hecho recordar los 63 años, 11 meses y 359 días de vida que tengo sobre este planeta. Si alguien se tomó el trabajo de sacar la cuenta movido por la curiosidad (o el afán de chisme), debo confirmar que sí, el miércoles 17 es mi cumpleaños.

Se aceptan saludos (también regalos, pero la diplomacia me impide decirlo abiertamente, mejor si son dulces para diabéticos, ojo Laly, pueden venir en forma de recetas, je) y mensajes de todas partes del mundo.

A otra cosa, mariposa.

Quiero referirme ahora a una persona que quiero mucho, habitual lectora de estas líneas, cuyo cariño está felizmente clavado como una estaca en mi corazón. Se trata de mi prima hermana Iris, hija de la hermana mayor de mi madre, que acaba de pasar por una delicada intervención quirúrigica. Gracias a Dios, con éxito. Ya se recupera en su casa.

Iris es una persona a la que quiero mucho, y siempre ha estado presente en todos los aspectos de mi vida. Es de genio muy fuerte, pero hipercariñosa, supersensible y sobre todo, entregada a los demás. Es además una de las señoras de las pulgas, una persona a quien imitar. Su esposo Germán es un hombre sensacional, un ingeniero de primera, que tiene siempre el comentario preciso, entre irónico y gracioso (sin perder la elegancia, porque el ingeniero es elegante en todo). Para que lo conozcan un poco, una vez que Germán y yo estábamos en mi casa, se acercó a una amiga mía, que se distingue por sus bellos ojos, y le dijo con la mayor delicadeza:
- Encantado de conocerla, señorita. Si yo tuviera un año menos, me casaría con usted.

A los dos, que han enfrentado momentos felices y de los otros, les deseo lo mejor en el proceso de recuperación de Iris y en lo que venga después.

A todos mi lectores, ya estoy de vuelta. Gracias por esperarme.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Razones de una ausencia

Como les decía en mi entrada anterior, he estado ausente de este espacio por una feliz circunstancia, que motivó que toda la parte de la familia que vive Chile viniera a Lima. Todos mis hijos y nietos que viajaron a Lima estuvieron alojados en mi casa. A eso hay que agregar otros parientes que también estuvieron en Lima, pero alojados en otro sitio.

Se imaginarán que esto me tuvo extremadamente feliz y sumamente ocupado.

Estoy seguro de que mis comprensivos lectores sabrán entender las razones de este alejamiento blogosférico. Ahora que las cosas están retomando su rutina, yo me encuentro retomando un proyecto sumamente importante para mí y que había dejado un poco olvidado con la excusa de "no tener tiempo". Así que, sacudiéndome de esa excusa, he vuelto a poner manos a la obra, y por eso me he visto obligado a tomar la difícil decisión de dejar de lado, momentáneamente, la publicación de nuevas entradas en mi blog y las visitas a sus blogs. Pero no crean que los he olvidado, porque no es así. Mis amigos blogueros están siempre presentes conmigo.

En los próximos tres meses, me verán poco por acá. Trataré de preparar alguna entrada y uno que otro comentario, para que no me olviden.

Nos encontraremos en cualquier parte del camino.

viernes, 15 de febrero de 2013

Ausencia de la blogósfera

En mi entrada anterior recibí el siguiente comentario anónimo:
Hace un mes que no se sabe nada de este blog. Espero que todo vaya bien.
A raíz de esto, quiero hacerles llegar una explicación a mis lectores y seguidores por haberme desaparecido durante varias semanas. Todo se debe a una feliz circustancia familiar, que me tenido y me tiene ocupado las 24 horas del día.

Se trata de algo muy especial que prefiero no compartir con los visitantes de Columna 17. Les pido a todos que envíen sus buenas vibras para que todo siga yendo bien.

Conmigo será hasta muy pronto. Gracias por su paciencia.

lunes, 14 de enero de 2013

En el Mar de la Tranquilidad

Pasó la Navidad y el Año Nuevo. Pasó el gran despelote que se vive en esos días de maravillosa locura, en que por medio de un proceso mágico, la gente decide ser persona con una sonrisa dibujada, y así van y vienen. Son días en que todos han decidido ser buenos -caminando rapido de aquí para allá sin rumbo concreto.

Días de cosas raras. Por ejemplo, muchos pavos preocupados pues intuyeron su pronta muerte para servir de especial potaje el 24 en la noche. Días de arrepentimiento y reconciliación, de promesas de novio, de aquellas que no se cumplen... Caras raras por algún regalo que no gustó, caritas felices porque llegó el juguete anhelado, caritas de las tristes por aquel ansiado juguete que nunca llegó...

Fiestas que evolucionan con los tiempos. Fiestas donde los saludos se despersonalizan. ¿Han notado cómo llegan menos tarjetas reales, de las de verdad, dirigidas a ti, con tu nombre puesto en el sobre, e incluso manuscritas? Cada una de ellas tenia su lugar en el sitio que se reservaba para las tarjetas cada diciembre: la sala de la casa, la chimenea, la ventana repletas de mensajes de buena voluntad. Te hacían sentir querido, presente en el corazón de las personas amigas y de tu familia.

Ahora, los saludos son a través de la blogósfera. Un solo saludo virtual para todos los demás, frío, redactado de tal manera que el mismo texto exacto, tal cual, se puede dirigir a muchas personas a la vez. Un saludo calculador, carente del afecto y la sensibilidad que contenían las tarjetas de antes.

En buena cuenta, días que con el tiempo pasarán al olvido.

Mientras tanto, sin mirar hacia atrás y con los ojos puestos en el futuro lleno de esperanza, de amor, de consuelo, de solidaridad y de tiempos mejores para todos, renovemos nuestros sentimientos de amor hacia el prójimo que, a fin de cuentas, es el mensaje que nos trajo el Olvidado Dueño del Cumpleaños. Y que ese Mar de la Tranquilidad que supone el fin del bullicio decembrino prospere en nuestras almas y corazones.

Que así sea.