miércoles, 30 de marzo de 2011

¿Presidente o presidenta?

Entre los candidatos a la presidencia del Perú, hay dos mujeres. En sus respectivos anuncios políticos contratados, tanto televisivos como en los otros medios, se refieren a "Fulana de Tal, presidente", y no "Fulana de Tal, presidenta".

A pesar de que un querídisimo colega blogger sostiene que no es la Biblia, buscando y rebuscando entre sus tantísimas entregas, encontré una muy interesante explicación al respecto, que me permito reproducir.

Debo anotar que lo publicado por Esteban, que así se llama este blogger al que yo le digo maestro, es a su vez una opinión del señor W. Molina, que el mismo Esteban también reproduce.
He recibido hace pocas horas un comentario a un post que publiqué hace ya tiempo, bajo el título "El buen hablar".

Procedo a reproducir aquel nuevo enfoque al tema, porque creo que da para opiniones discrepantes, en el entendido que la Real Academia ha autorizado usar expresiones como las objetadas en el interesante análisis de nuestro lector.

En consecuencia, abro debate.

...esto es una excelente leccion de como se debe hablar y usar correctamente la lengua Castellana...leccion que yo necesitaba y aprecio mucho...quizas ustedes ya saben todo o parte de esto. si es asi, perdonen la redundancia.

CVM CULTURA GENERAL... En español, el plural en masculino implica ambos géneros. Así, que al dirigirse al público, NO es necesario (ni correcto) decir “mexicanos y mexicanas”, “chiquillos y chiquillas”, “niños y niñas”, etc., como el Presidente Vicente Fox puso de moda y hoy en día otros ignorantes (políticos y comunicadores) continúan con el error.

Decir ambos géneros es correcto, SÓLO cuando el masculino y el femenino son palabras diferentes, por ejemplo:“mujeres y hombres”, “toros y vacas”, “damas y caballeros”, etc. Ahora viene lo bueno: Detallito lingüístico... ¿Presidente o presidenta? –Aprendamos bien el español y de una vez por todas: ¿Presidente o presidenta?En español existen los participios activos como derivados verbales: Como por ejemplo, el participio activo del verbo atacar, es atacante. El de sufrir, es sufriente. El de cantar, es cantante. El de existir, existente.¿Cuál es el participio activo del verbo ser?:

El participio activo del verbo ser, es "ente". El que es, es el ente. Tiene entidad.Por esta razón, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se le agrega la terminación 'ente'.Por lo tanto, la persona que preside, se le dice presidente, no presidenta, inependientemente de su género.Se dice capilla ardiente, no ardienta. Se dice estudiante, no estudianta. Se dice adolescente, no adolescenta. Se dice paciente, no pacienta. Se dice comerciante, no comercianta.

La Sra. Cristina Fernández de Kirchner

Y ahora en Venezuela, con eso del socialismo, también el presidente Chavez, hace uso de estas barbaridades.Un mal ejemplo sería:La pacienta era una estudianta adolescenta sufrienta, representanta e integranta independienta de las cantantas y también atacanta, y la velaron en la capilla ardienta ahí existenta.Qué mal suena ahora Presidenta, ¿no? Es siempre bueno aprender de que, como y por que estamos hablando.Caso contrario en Chile, donde lo aplican bien:- la Sra. Bachelet es Presidente.

Pasemos el mensaje a todos nuestros conocidos latinoamericanos, con la esperanza de que llegue a la Casa Rosada y a Miraflores, para que esos ignorantes e iletrados hagan buen uso de nuestro hermoso idioma.

Atentamente, W. Molina Licenciado en Castellano y Literatura(y no en Castellana y Literaturo)

En lo que estoy totalmente de acuerdo.


lunes, 28 de marzo de 2011

Mama Inés

Este post es parte de la serie Recuerdos.

Dentro de muy poco tiempo cumpliré 62 añitos, y me asaltan una serie de recuerdos de una vida bien llevada. No me quejo.

Hace un par de días recordaba a la mama Inés. Se denomina mama a las damas que en otros países latinos se les conoce como nanas. Entró a trabajar a la casa cuando yo tenía 4 años. Era una mujer muy guapa, de pelo largo, medio encrespado que siempre llevaba suelto. Delgada, muy delgada diría yo. Sus ojos, grandes como almendras, te miraban fijo cuando hablaba. Su piel tenía un color canela, curtida por el sol de Chiclayo, ciudad donde nació, ubicada a unos 800 km al norte de Lima. Con su padre había trabajado en la chacra, ayudándolo a recoger naranjas.

Era huérfana de madre, quien falleció cuando Inés era muy, pero muy niña. Tenía hermanos, como 7. Aunque nunca los conocí a todos, me hablaba de ellos como si los viera todos los días.

Cuando llegó a Lima, fue directo a trabajar como camarera a la pensión de la señora Anita, que estaba ubicada frente a mi casa. Luego de un año se pasó a trabajar con nosotros. El motivo nunca lo supe.

Apenas llegó a casa establecimos una relacion de cariño y amistad, junto con mi hermana Rocío. Los tres éramos inseparables. Inés se ocupaba de prepararnos los alimentos. Realmente cocinaba delicioso, al nivel que los amigos siempre querían ir a comer a la casa. Pasaban los años, íbamos creciendo, hacíamos de todo junto con ella: ir al parque, a jugar, nos acompañaba a los cumpleaños de primos y amigos, etc.

Cuando salía a la calle, se metía al baño como media hora antes, y salía maquillada como si se fuera a un matrimonio. Armábamos el árbol y el pesebre en Navidad y cuando llegaba el verano, nos íbamos al club.

Cuando Rocío y yo crecimos, caminábamos por distintos lugares y no salíamos con la misma gente. La mama Inés se fue quedando casi sin nosotros. Se dedicó mucho a sus cuatro hijos. A mí me pidió ser padrino de bautizo del primero, cosa que consideré un honor.

Al llegar a la adolescencia mi hermana y yo, le confesábamos nuestros amores locos, y ella muy seriamente nos aconsejaba, dejando en cada palabra un pedacito de su vida. Ya de grandes, mi hermana contrajo matrimonio primero que yo.

Y nació Jean Pierre, el primer nieto de mis padres, mi primer sobrino y, por supuesto y para felicidad de mi hermana, en engreído de Inés, que se convirtió así en su mama. Hasta que JP creció, pero siempre la siguió tratando, al igual que todos nosotros, como mama Inés.

Lo que hasta ahora me da pena es que nunca fuera mama de mi hijos. Es decir, nunca los cuidó como a nosotros y a JP, pero siempre estaba con ellos cuando podía. Así que también aprendieron a decirle mama Inés. Hasta mis amigos y los de Rocío la trataban con mucho respeto. Incluso los amigos de mi mamá tenían hacia ella un trato muy amable y cariñoso.

Cuando mi padre se fue, quedaron solas en la casa mi madre y la mama Inés. Se hicieron muy amigas, aunque a veces las peleas entre ellas por tonterías, tonterías para mí pero importantísimas para ellas, eran de campeonato. Todo terminaba con la mama Inés amenzando con irse, cosa que nunca hizo.

Y así pasaron 52 años. 52 años que pasaron volando. 52 años viviendo con nosotros, cuidando a nuestros hijos mientras cuidaba a los suyos, que habían nacido en mi casa. Y también acompañando a mi mamá en medio de risas y lágrimas.

Solamente una vez se fue de la casa, directo al hospital. Tenía 75 años. No volvió más. La mama Inés se había ido a acompañar a dos de sus hijos, que se le adelantaron, para estar juntos con taita Dios y cuidando a los angelitos allá en el cielo.

Curiosamente me he enterado por ahí que ellos también le dicen mama Inés.

Primer post de la serie Recuerdos. Los siguientes están agrupados acá.

martes, 15 de marzo de 2011

Carta a César-sama

Mi muy querido César-sama:

Escribo estas líneas a un primo hermano al que quiero muchísimo (sobrino preferido de mi papá) y a su familia, que residen en Japón.

Pero más que a un primo hermano y su familia, le escribo a una familia completa de sobrevivientes de una catástrofe inédita en la historia del hombre. Por lo menos, hasta donde yo conozco.

Cuando te fuiste a Japón, me sonaba tan lejos que me pareció que te iba a perder el rastro. Pero gracias a los avances tecnológicos que hacen que la comunicación sea tan fácil y, sobre todo, inmediata, nos seguimos comunicando como si vivieras en la esquina de mi casa, aquí en Miraflores.

Para mí, en estos momentos tú representas lo que queda del Japón, porque la naturaleza se ha encargado de prácticamente destruirlo por completo. He visto lo que ha visto el mundo entero: videos que muestran un mar embravecido, con olas inmensas, arrastrando lo que encontraba a su paso. La naturaleza no selecciona a sus víctimas. Simplemente arrasa con todo. Felizmente ustedes no estuvieron entre los seleccionados.

Eran las 3 de la mañana cuando me contestaste el teléfono. Y estabas despierto por la cantidad de réplicas que siguen preocupándote, por ti y los tuyos. Quiero decirte que tu familia entera, todos repartidos por el mundo, estamos al tanto de lo que puedas necesitar.

En ti, mi querido César-sama, está representada la cantidad de afectados que hasta hoy existe. Japón suena tan lejos, pero qué cerca está el dolor del mundo al ver a gente morir de un momento a otro.

¿Qué hubiera pasado si esto hubiera sucedido en el Perú, en Chile, en Ecuador? No quiero ni pensarlo. ¿El desastre hubiera sido igual? ¿Lo hubiéramos tomado con la calma con que tomaron los japoneses un terremoto de casi 9 grados? Porque hay que decirlo: de lo que hemos visto, mantuvieron la serenidad y la ecuanimidad en niveles insospechados, a pesar de haberlo perdido casi todo.

Es en esos momentos donde te das cuenta que las cosas materiales, que a veces por conseguirlas luchamos la vida entera, se convierten en escombros en instantes.

Es en esos momentos donde te das cuenta que la felicidad está más dentro de uno mismo que en los bienes materiales que tienes.

Me contabas que estabas un poco más tranquilo porque a tu sector ya llegó la luz, el gas, el agua potable, lo que me dio mucha tranquilidad. Terminando esta entrada, le enviaré un mail a tus hermanas y a los primos para que estén al tanto de las novedades, a pesar de que ellos también se comunican contigo.

Uno se siente tan inútil cuando pasan estas cosas. No sabes cómo ayudar. Te sientes amarrado. Por ese motivo te dedico este post para alentarte, para que no bajes la guardia, para que no te sientas solo, para que sepas que toda la familia está junto a ti en sus pensamientos y buenos deseos.

Hoy es Japón, mañana quién sabe. Manténte vivo, primo querido, por tus virtudes. Además, no sabes cuánto extrañamos al pirata Buckhead, héroe inconcluso de alucinantes historias en tu blog, cuánto necesitamos tus poemas, tu preocupación por otros hermanos en el mundo árabe tan bien detallada en tu último post.

Me pregunto si todo esto no será parte de tu frase Humanity is at the harbingers of a new era of hope (La Humanidad está en el presagio de una nueva era de esperanza). Si, una nueva era de esperanza, en donde la naturaleza colabora con el hombre para hacerlo caer primero y levantarlo después en mundo de paz, de fe y de tolerancia entre los hombres.

Con un abrazo y una reverencia digna de un samurái, se despide tu primo y amigo,

シラノ様

miércoles, 9 de marzo de 2011

Los chicos del colegio

Hace unos días, la promoción en que terminé la secundaria celebró 45 años de egresados del colegio. Mi compañero de promoción Augusto se comprometió a pasar por mí a las 8 en punto de la noche: "me esperas listo, sino te dejo".

Así que a la hora indicada, ahí estaba yo en la puerta, fuera de casa. Pero su advertencia quedó en nada y mi puntualidad fue inútil pues, siguiendo una costumbre muy peruana, mi amigo no se apareció hasta las 8 45 pm.

Cuando llegó, me dijo: "apúrate que por tu culpa vamos a llegar tarde. Además, hay que ver dónde ponemos tu 4x4", refiriéndose a mi silla de ruedas. Me miró fijamente a los ojos y me dijo: "¿me vas a gritar? ¿Me vas a llamar la atención por haber llegado a esta hora? Porque cualquier cosa que me digas, no me va a importar un comino." De manera que todo lo que tenía pensado decirle, me lo callé.

Así son los chicos del colegio.

Ese tipo de cosas solamente se las toleras a un amigo del colegio, con quien has pasado 12 años de tu vida riendo, sudando, metiendo vicio (como decimos en el Perú), llorando y a veces hasta estudiando. La mayoría de veces, dos días antes de los exámenes, preparando torpedos o comprimidos o plages para sacarlos a la hora del examen. Para eso existía la correa, un bolsillo secreto en el saco del uniforme, detrás de la corbata y los más bestias, en la palma de la mano (escrita con lapicero).

Total, llegamos al lugar de la reunión. La cosa era con esposas, compañeras, la de turno, etc. Pero nosotros habíamos decidido ir solos por diferentes motivos que no son del caso comentar. Al entrar, no me pareció haber entrado a un asilo de ancianos ni una casa de reposo, sino a un lugar lleno de gente de otro colegio. Ninguno se parecía a los que yo recordaba. Fue emocionante el saludo. Se había comentado que yo no iba a ir, cosa que yo mismo había provocado con una negativa de tamaño de la Catedral, por temor a no-sé-qué.

Había si, algunos a los que, si les ponías el uniforme, estaban igualitos que en la época escolar. Estaban hasta sin canas. Asistimos "solamente" 80 (la promoción tenía 110 alumnos) pues muchos viven fuera del país y no pudieron viajar con este motivo. Otros sí viajaron especialmente para este reencuentro. Uno de ellos llegó a Lima en la tarde y se regresó esa misma madrugada.

Así son los chicos del colegio.

Como suele suceder, los que se me acercaron a saludar, es decir, casi todos, se agachaban y me hablaban a gritos cerca del oído. Como si estuviera sordo. Otros tenían una frase que no sé si me causaba rabia o risa: "¿me reconoces? Adivina quién soy". O "¿te acuerdas de mí? Soy Fulano". Incluso el otro Augusto, el que me hizo el implante de células madre al cerebro, cayó en la trampa.

Eso sí, todos con un cariño inmenso.

En la reunión hubo de todo: circo, baile, comida, risas, alguna que otra lágrima y muchas anécdotas. La cosa duró como hasta la una de la mañana, hora en que todo el mundo estaba con varios tragos encima. Dos amigos se habían comprometido a regresarme: Germán y Miguel. Yo les decía que era un poco difícil subirme al carro, pero me dijeron que no me preocupara. Que todo estaba resuelto. Cuidadosamente pensado.

Cuando llegamos al estacionamiento, me di con la sorpresa de que el vehículo era una 4x4. O sea, una camioneta muy alta. Yo pensé: "esto va a ser alucinante".

Los comentarios se sucedían. Germán le dice a Miguel: "tú lo agarras por las piernas, yo lo agarro por los brazos y así facilito lo sentamos en el asiento del copiloto". Mis advertencias que decían que así no podía ser, secundadas por las de mi amigo Johnny (con quien me veo regularmente y que por eso mismo sabe cómo subirme), fueron totalmente ignoradas. No solamente por Germán y Miguel, sino por todos los demás, unas 20 personas dirigidas por Felo, que se acercaron justo cuando me tenían en el aire con un Germán que a gritos anunciaba: "ayúdenme que ya no puedo más con él".

En esos momentos yo escuchaba: jálalo por acá, levántale la pierna izquierda, mejor primero la derecha, cuidado con la cabeza, mientras que Johnny seguía gritando así no, así no. Todos mis 20 amigos con tragos encima trataban de meterme al auto. Hasta que terminé casi en el suelo, porque unos brazos salvadores, no sé de quién, me agarraron en el momento preciso. Así me evité el porrazo.

Sucedido esto, Felo les preguntó a Germán y Miguel cómo iban a hacer los dos al llegar a mi casa, si entre los 20 había sido tan difícil. Johnny dijo: "ahí hay un portero". Felo, que es muy cercano a Johnny, le dijo: "oye tú, el portero sirve para abrir la puerta. Por-te-ro, viene de abrir puerta, no de ayudar a bajar de autos. Así que mejor vamos en caravana para sacarlo entre todos".

Llegando a la casa, el primero en bajar de su auto fue Johnny y fue corriendo a llamar al portero. Se me acercaron los dos y juntos, en una maniobra de comando, fruto de la experiencia de meterme y sacarme de autos, Johnny y el portero me bajaron y me sentaron en la silla de ruedas. Felo terminó diciendo "eso es lo que yo decía que había que hacer y tú, Johnny, nunca dijiste nada".

Johnny me miró y al darse cuenta de que yo lo estaba mirando, nos conectamos con una sonrisa cómplice.

Así son los chicos del colegio.