miércoles, 14 de diciembre de 2011

Cuando pa' Chile me voy

Cuando para Chile me voy me encuentro con mis tres hijos mayores.

Recuerdo bien que cuando dejé de trabajar en el PNUD y vivía solo, mi amigo Tato me puso su hombro para llorar de pena y de frustración y me dijo: "no llores, no te hace bien, no verás a tus hijos (que en esa época eran muy niños) todos los días, pero cuando los veas tu visita será tan intensa que compensará el tiempo que no los has visto".

Han pasado más de 17 años desde que dejé de vivir con ellos, me perdí muchos cumpleaños, navidades y días comunes y corrientes. Pero nunca nos desvinculamos. He necesitado tanto de su amor como creo que ellos han necesitado del mío.

El mayor de mis hijos, a sus escasos 15 años, decidió venir a vivir conmigo a Lima. A partir de ahí, los dos la pasamos juntos. Cuando creció, se fue a vivir a uno de los dos departamentos que mi mamá hizo en el jardín de su casa. Hasta que hace dos años resolvió regresar a Chile.

Estoy en vísperas de visitar Chile nuevamente, como lo he hecho cada vez que he podido. Estoy seguro de que va a ser una visita de una intensidad incomparable. Voy a conocer a mi nuevo nieto, y voy a tener la oportunidad de volver a acariciar a Juan Pablo, que tiene 5 años y es una bala perdida. Voy a ver a los amigos que dejé: Tato, Elsa, Marcelo, Coca, Roberto, Maggie. Voy a ir a visitar a mis exvecinos. Y probablemente conoceré a mis amigos bloggers, si ellos lo permiten.

Así que les deseo a todos los que me leen unas lindas fiestas y que el año que viene les traiga todo lo bueno para ustedes y los que más quieren. Si no saben de mí en algunas semanas, ya saben dónde estoy.