Les quiero confesar algo: nunca antes me había puesto a recordar cosas de mi vida así tan puntualmente. Mis recuerdos eran fugaces, pasaban de largo y dejaban cola, como los cometas.
Les contaré ahora algunas anécdotas de mi viaje de promoción.
Yo me eduqué en un colegio particular, exclusivo para hombres. En mi promoción éramos 105, de los cuales 40 fuimos al viaje. Un día de fines de diciembre partimos los 40 acompañados de un profesor y dos hermanos. El colegio era de los marianistas, es decir, esos hermanos eran hermanos marianistas, que tienen la particularidad de ser muy amplios en su criterio religioso. Esto es muy importante de tener en cuenta en nuestras anécdotas.
Uno de los dos hermanos era enano (no chato, enano de verdad). El otro estaba ya entrado en años y, aparte de enseñarnos Religión en una forma muy particular, era entrenador de básquet. O sea que resultaba ser más deportista que religioso.
El profesor que nos acompañó en el viaje era un ciudadano boliviano que recién había llegado a Lima, y su estancia en el colegio era su primer trabajo en el Perú.
El otro bando, o sea nosotros, éramos 40 galifardos, todos altos y bien comidos, menos yo, que soy más chato que un real de queso. Bueno, así decía mi papá. El real equivalía a diez centavos y era de tamaño pequeñito. Ya se imaginan ustedes cómo fue el viaje de esos 40, de entre 16 y 17 años, con destino a Europa. Si, Europa. La Europa de mediados de los años 60. Con una España con un Franco bien asentado, el Muro de Berlín recién construido, Paulo VI en la Santa Sede, una Torre Eiffel sin iluminar y una Venecia a la que, cuando llegamos, juré no regresar jamás porque el agua apestaba a diablos.
Pero empecemos por el principio.
Salimos en avión rumbo a Santiago de Chile. Luego de un par de días en Santiago, el hotel donde nos alojamos quedó como si hubiera pasado un huracán. Felizmente era un hotelillo de pocas estrellas, como resultaron ser todos los demás durante los tres meses y medio que duró el viaje.
De Santiago pasamos a Buenos Aires en avión también. Y de ahí a Recife, Brasil, donde tomamos el Andrea C, un barco que estaba muy lejos de esos trasatlánticos que realizan cruceros hoy en día. Nuestros camarotes estaban ubicados a la altura de la quilla del barco, es decir, aproximadamente cinco pisos debajo de la cubierta. Éramos seis en cada camarote, y desde nuestros ojos de buey veíamos a los peces, que estaban asqueados de ver a unos sujetos mareados con los efectos correspondientes. Bueno, ustedes ya me entienden.
El barco era el último de la flota C, donde el principal era el Federico C, el que nos enseñaron en la foto que utilizó la agencia de viajes para convencernos, con camarotes para dos y mejor no sigo porque me pongo a llorar.
Después de 20 días, llegamos a las Islas Canarias. De ahí, un vuelo directo a Barcelona y luego a Madrid. A Barcelona llegamos un sábado. Al día siguiente, domingo, había que ir a misa, un poco a empujones por los hermanos. Ahí fue la primera experiencia notable de mi vida, pues la misa y el sermón fueron pronunciados por el cura en un idioma que yo no entendía. O que entendía por partes. Ahí fue donde me enteré de que existía el catalán. Tengan en cuenta que yo tenía 16 años y las cosas en general eran desconocidas para mí.
Cuando llegamos a Madrid, luego de tres días en Barcelona, nos esperaba un bus con nuestro chofer Luigi y nuestra guía Paula, quienes nos iban a llevar por toda Europa durante tres meses.
Continuará...
Los 40 galifardos, los dos hermanos, la mujer que no tiene pañuelo en la cabeza es nuestra guía Paula y a su izquierda está Luigi. Acá estamos en Florencia con algunos invitados.
Con todo haber dormido cinco cubiertas más abajo, qué lindo viaje. Tan diferente del que yo tuve: Tacna con Arica incluida, Arequipa y Cusco. Lleno de anécdotas, eso si.
ResponderEliminar¿Te imaginas el viaje de promoción de un colegio mixto? n.n
¡Qué viaje de ensueño...por muy incómodo que haya sido!
ResponderEliminarQue relato tan entretenido, me imagino que la pasaron rebien.
ResponderEliminarSe acerca el gran día ariano.
Gabriela,Esteban y Lia:mucha gracias por sus comentarios,espero que lean la segunda parte...
ResponderEliminarEsperando la segunda parte... me gusto la foto; dice mucho de la época; que divertido habrá sido todo.
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