viernes, 26 de agosto de 2011

Para escuchar con tiempo y calma

Esta vez, no es mi deseo escribirles sobre una historia en particular. Me puse a pensar que quería hacer algo diferente (lo malo en los diferentes es que tienen mucho en común). Así que se me ocurrió hacerles conocer mi Perú de una manera variada, alegre, festiva, triste, etc. Y me decidí a hacerlo a través de la música.

Acá les envío música peruana de todos los tiempos, cantada por los mejores intérpretes peruanos, con canciones compuestas por compositores también peruanos, con su respectiva biografía. Hacer click acá.

Y por ahora, nada más. Espero que todos pasen un lindo fin de semana.

martes, 16 de agosto de 2011

Comentario al blog de Esteban

Nunca he apostado a los caballos, ni tampoco he jugado a los naipes apostando. Nunca había comprado la lotería tampoco y es que no me gusta hacerlo porque no me provoca. No me apetece, como dirían mis amigos españoles.

Hoy leí el blog de Esteban, donde se refiere al Lotto, a una persona que se sacó solita unos 12 millones de de dólares, y recordé mi triste aventura con la suerte. Se jugaban seis millones de dólares en un tiempo en que la Tinka recién se iniciaba en el Perú. Estaba yo manejando en un día cualquiera, en dirección a la casa de mi mamá, cuando vi uno de esos puestitos donde venden Tinka, ubicado dentro de una ferretería. Me pasé de largo, pero el angelito de la derecha me dijo al oído: compra una Tinka, son seis millones de dólares.

Paré el carro y retrocedí en contra, porque el mensaje lo sentí clarísimo. Al escoger los números, seleccioné las fechas de nacimiento de mis tres hijos, la fecha estimada de nacimiento de mi cuarto hijo (nació dos meses después), mi propia fecha de nacimiento (17 de abril para que lo anoten, ja, ja) y la cosa fue al llegar al sexto dígito. Tenía dos opciones el cumpleaños de mi madre o el cumpleaños de la madre de mi hijo por nacer. Opté por el cumpleaños de mi madre, y así completé los seis números necesarios para la jugada.

Me quedé pensando que me sobraba un número, el cumpleaños de la madre de mi hijo por nacer, y le pregunté a la vendedora si había alguna manera de poner siete números en vez de seis. Me dijo que no. Le insistí si podía hacer otra jugada, en donde reemplazaría el cumpleaños de mi madre por el del cumpleaños de la madre de mi hijo por nacer. Me dijo que no se podía. Le discutí, le puse como ejemplo: qué pasaría si otra persona y no yo hiciera la nueva jugada que yo quería. Ella me dijo que otra persona si podía, pero que yo mismo no tenía la posibilidad de hacer otra jugada con otra combinación de números. Yo estaba enfurecido pues no entendía por qué esta señorita se negaba a algo tan lógico. Así me fui, con un solo papelito.

En ese tiempo, la Tinka se jugaba los sábados en la noche. Así que ese sábado, puse el canal a ver el sorteo de esa semana. Los niños comenzaron a sacar los números premiados, que empezaron a salir en el mismo orden en que yo había puesto mi jugada. Hasta el quinto número, me había sacado la Tinka. Al llegar al sexto, salió el número del cumpleaños de la madre de mi hijo por nacer y no el de mi madre. Me quedé sin saber qué hacer.

Esa noche me dormí tranquilo, pensando que por ser "segundo puesto", alguito me tocaría. Unos 400 mil dólares, por lo menos. Pero acá pasó lo que dice Esteban: cuanto más grande es el pozo, mayor es la cantidad de gente que compra y, por ende, aumenta el número de ganadores. Y ese mismo pozo se reparte entre más gente, por lo que el premio que le toca a cada uno de "los segundos" se reduce.

Al día siguiente, el notición fue que un solo ganador había tenido la suerte de sacar el jugoso premio de seis millones de dólares. Me fui al local de la Tinka a cobrar mi jugoso cheque, de más de cien mil dólares, según yo. Pero me tocó la fabulosa suma de 150 dólares.

En el local de la Tinka, averigüé que una sola persona SI puede hacer más de una jugada. Y además, que pagando un extra, SI se puede hacer una jugada de más de seis númneros. Me regresé donde la chica que me había vendido el boleto días antes con la idea de matarla. Estaba dispuesto a atravesarle el corazón con mi afilado florete de joven espadachín, pero mi conciencia cristiana hizo que solamente le increpara airadamente.

Al final, esos 150 dólares sirvieron para celebrar mi cumpleaños, que fue a los pocos días. Ya había sido millonario por un segundo, ya les había repartido bienes a mis hijos, ya me había ido a Europa tres veces, ya le había donado a la fundación para los niños con cáncer... mais c'est la vie! Me alcanzó para la torta, unos bocaditos y poder contar la anécdota con una sonrisa.

PD: algunos años más tarde, volvió a salir una jugada muy parecida a la que yo tuve, con un dígito de diferencia. Pero como esa vez no hubo ganador, casi pasó desapercibido. Casi, pues yo si lo percibí.

Colofón: jamás he vuelto a comprar la Tinka.

lunes, 8 de agosto de 2011

Perdón, me equivoqué

Ayer, como todos los días en la mañana, me fui directo a la computadora. Siguiendo mi costumbre, me fui al correo a darle una leída a mis e-milios, y luego me pasé a leer los blogs que acostumbro y me he acostumbrado a ellos. Sus autores son gente para mí extraordinaria, escriben con autenticidad, originalidad, educación y de ellos aprendo, lloro, me río, pues sus temas realmente son deliciosos. Sin ningún orden de preferencia los menciono: Cheluca, AleMamá, Gabriela, Luis, Renzo, Paulo, Lalo, Rodrigo y Esteban.

Resulta que AleMamá había escrito un post titulado El olvido que seremos, sobre la trascendencia de la vida y la vida después de la muerte. Entre los comentarios estaba el de Gabriela que citaba a Jorge Manrique y las Coplas a la muerte de su padre: "Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar que es el morir". El post de AleMamá, como siempre muy bueno, también recibió mi comentario, en donde referí a Javier Heraud, joven poeta peruano que, regresando de Cuba, fuera asesinado mientras navegaba en el río Madre de Dios. Él, como todo muchacho idealista enamorado de la revolución cubana de entonces, volvía para "hacer la revolución" en el Perú. Estudió en la Universidad Católica del Perú, donde yo también pasé por la Facultad de Letras. No había estudiante de Letras que no leyera la poesía de Heraud.

Aquí viene mi error: confundí el poema El río (famoso porque fue premonitorio) con las palabras de Manrique, por lo que hago la rectificación respectiva. Sin ánimo de sonar a excusa, en mi defensa debo decir que hay una parte que habla de la vida como un río que desemboca en el mar, casi como en las coplas de Manrique. Lo que no quiere decir que no acepte mi tremenda equivocación.

Quiero agradecer la forma tan sutil en que AleMamá me hizo dar cuenta de dicha equivocación. Para eso sirven los amigos del blog. Bueno, para eso y otras cosas más.

Para terminar, transcribo el poema El río, para que vean ustedes mismos que tiene mucha relación con el tema que trató AleMamá:

EL RÍO

Yo soy un río, voy bajando por las piedras anchas,
voy bajando por las rocas duras,
por el sendero dibujado por el viento.

Hay árboles a mi alrededor
sombreados por la lluvia.

Yo soy un río, bajo cada vez
más furiosamente, más violentamente
bajo cada vez que un puente me refleja
en sus arcos.

Yo soy un río un río
un río cristalino en la mañana.
A veces soy tierno y bondadoso.
Me deslizo suavemente
por los valles fértiles,
doy de beber miles de veces
al ganado, a la gente dócil.

Los niños se me acercan de día,
y de noche trémulos amantes
apoyan sus ojos en los míos,
y hunden sus brazos
en la oscura claridad
de mis aguas fantasmales.

Yo soy el río.
Pero a veces soy bravo y fuerte
pero a veces no respeto
ni a la vida ni a la muerte.

Bajo por las atropelladas cascadas,
bajo con furia y con rencor,
golpeo contra las piedras más y más,
las hago una a una pedazos interminables.

Los animales huyen,
huyen huyendo cuando me desbordo
por los campos, cuando siembro
de piedras pequeñas las laderas,
cuando inundo las casas y los pastos,
cuando inundo las puertas y sus corazones,
los cuerpos y sus corazones.

Y es aquí cuando más me precipito
Cuando puedo llegar a los corazones,
cuando puedo cogerlos por la sangre,
cuando puedo mirarlos desde adentro.

Y mi furia se torna apacible,
y me vuelvo árbol,
y me estanco como un árbol,
y me silencio como una piedra,
y callo como una rosa sin espinas.

Yo soy un río.
Yo soy el río eterno de la dicha.
Ya siento las brisas cercanas,
ya siento el viento en mis mejillas,
y mi viaje a través de montes, ríos,
lagos y praderas se torna inacabable.

Yo soy el río que viaja en las riberas,
árbol o piedra seca
Yo soy el río que viaja en las orillas,
puerta o corazón abierto
Yo soy el río que viaja por los pastos,
flor o rosa cortada
Yo soy el río que viaja por las calles,
tierra o cielo mojado
Yo soy el río que viaja por los montes,
roca o sal quemada
Yo soy el río que viaja por las casas,
mesa o silla colgada
Yo soy el río que viaja dentro de los hombres,

árbol fruta rosa piedra mesa
corazón corazón y puerta retornados,

Yo soy el río que canta al mediodía
y a los hombres, que canta ante sus tumbas,
el que vuelve su rostro
ante los cauces sagrados.

Yo soy el río anochecido.
Ya bajo por las hondas quebradas,
por los ignotos pueblos olvidados,
por las ciudades atestadas de público
en las vitrinas.

Yo soy el río
ya voy por las praderas, hay árboles a mi alrededor
cubiertos de palomas, los árboles cantan con el río,
los árboles cantan con mi corazón de pájaro,
los ríos cantan con mis brazos.

Llegará la hora en que tendré que
desembocar en los océanos,
que mezclar mis aguas limpias con sus aguas turbias,
que tendré que silenciar mi canto luminoso,
que tendré que acallar
mis gritos furiosos al alba de todos los días,
que clarear mis ojos con el mar.

El día llegará, y en los mares inmensos
no veré más mis campos fértiles,
no veré mis árboles verdes,
mi viento cercano, mi cielo claro,
mi lago oscuro, mi sol,
mis nubes, ni veré nada,
nada, únicamente el cielo azul,
inmenso, y todo se disolverá en
una llanura de agua,
en donde un canto o un poema más
sólo serán ríos pequeños que bajan,
ríos caudalosos que bajan a juntarse
en mis nuevas aguas luminosas,
en mis nuevas aguas apagadas.

lunes, 1 de agosto de 2011

Hacer de un menos un más

Ayer domingo se malogró la computadora y, por coincidencia, también el televisor. Así que estaba destinado a ser un día más o menos aburrido.

Opté por sentarme a ver películas en DVD, pero resulta que el control remoto es muy chiquito y los botones son mínimos y están muy pegados uno al otro, con lo que se me hacía difícil manejar los controles por el problema de mi temblor de manos a causa del Parkinson.

Por eso, decidí no pelearme con el control remoto. Entonces, ponía cualquier película, y si estaba configurada en un idioma que no entiendo y sin subtítulos, simplemente detenía la proyección y la cambiaba por otra hasta encontrar una que estuviera, por lo menos, con subtítulos en castellano.

Fueron varias las veces que cambié de película y coincidieron solamente tres.

La primera que vi fue "Easy rider", que me hizo recordar mi juventud y la época de los hippies. Fue un lindo viaje al pasado.

La segunda fue "El graduado". Esta la vi en idioma español. ¿Ustedes se imaginan a gente como Dustin Hoffman, Anne Bancroft o Katharine Ross hablando con acento español? Me sentí en otro planeta. Me causaba mucha risa porque nunca había visto a actores como los mencionados hablar en perfecto castellano castizo... con perdón de mis lectores españoles. Es solamente por la falta de costumbre. Me divertí mucho.

La tercera fue "Las travesuras de Juan Pablo", mi nieto mayor, producida, dirigida y editada por su papá, que es director de cine. Es un DVD que me regalaron mi segundo hijo y familia hace tres navidades y que tenía olvidado hasta que lo encontré ayer en la ruma de películas.

Así que lo que iba a ser un día aburrido, pues estaba solo en casa, se convirtió en un momento mágico de recuerdos, risas y, como todo abuelo chocho, de puro orgullo ante un nieto tan encantador.

Corolario: cuando se les presente un día que tenga todos los visos de ser aburrido, les recomiendo que conviertan su menos en un más.