viernes, 8 de agosto de 2014

Tarde de árboles, ardillas y duendes

El otro día, en una tarde de invierno, salí a pasear al parque que está cerca de la iglesia de Fátima, en Mraflores. Ya había visitado el sagrario cuando a la salida me encontré con este árbol que me pareció hermoso. En realidad, siempre lo veo pero no me había fijado en detalles concretos, como la cantidad de pasajes que su trono forma. Parece un árbol de cuento, donde se esconden gnomos, duendes y demás. Como ven, el árbol hace que la imaginacióm vuele libremente.

El árbol de los duendes
Luego continué mi paseo de vuelta a casa, donde me encontré con una sorpresa.

En un momento, sentí revuelo por encima de cabeza, que provenía de las frondosas ramas de los árboles que pueblan las pocas cuadras que hay entre la iglesia y mi casa. Alcé la vista y alcancé a ver a dos ardillas que corrían veloces, una tras la otra. Fue todo tan rápido que no me dio tiempo a sacar el teléfono para tomarles una foto. Nuevamente, mi imaginación voló y con la imagen del árbol de los duendes todavía fresca en mi recuerdo, las imaginé correteando ruidosamente en el tronco de ese árbol.

Con esa imagen compartida de árboles mágicos, ardillas veloces y duendes regresé a la casa.

Fue un final extraordinario a lo que empezó como una tarde invernal limeña común y corriente.