martes, 28 de junio de 2011

A la China en un minuto

Ayer me levanté de la cama a las 6:30 en punto como todos los días. Puse mi estación de radio favorita donde ponen música de todos los tiempos, desde Glenn Miller, pasando por Rita Pavone, Barry White, Beatles, Elvis, Domenico Modugno, hasta "Candilejas" de Carlitos Chaplin, Los Platters, Sinatra, en fin. Es decir, una gama de música que uno ha escuchado a lo largo de su vida. Así, y sin publicidad, hice toda mi rutina madrugadora.

Como soy un obsesivo por la cuestión del orden y de la hora, sobre todo cuando tengo que tomar mis pastillas, especialmente las del Parkinson, llegan las 7:30 am. (hora del set de pastillas) y las tomo como si fuera desayuno porque son un montón. Siete y treinticinco me toca el Madopar, que no es otra cosa que la levodopa que mi organismo no produce. Obviamente, es el cerebro el que interviene para permitir dicha funcion. Esta singular pastilla es la que te pone a ritmo de mambo, en homenaje al gran Dámaso Pérez Prado, puedes hacer cualquier cosa que hace la gente normal: hablar, caminar, jugarte un puen partido de cualquier cosa. Es un pequeño descanso al temblor, los dolores, la rigidez, etc propios del Parkinson. Luego de unas dos horas pasa el efecto y bienvenido el Parkinson nuevamente.

Pero, ¿qué pasó ayer? Pues me distraje y a las 7:30 am. me tomé las pastillas de la noche, las que debo tomar las 10pm.

Como comprenderán me fui inmediatamente a la China. Es decir, a las 7 am de Lima terminé viviendo como si fueran las 10 pm, que era la hora en algún punto de la vasta China. No negaré que me asusté un poco por los potenciales efectos, pues nunca antes me había pasado algo así. Pero después me terminé divirtiendo por la transformación que sufrí, con los síntomas al revés.

Aquí algunas fotos que tomé del nuevo Tren Bala chino.




Moraleja: si te confundes de pastillas, te puede pasar cualquier cosa. Como por ejemplo, terminar en China en un minuto.

miércoles, 8 de junio de 2011

Un año de terapia blogosférica

Ayer me recordaron que hoy día, 8 de junio, el blog de este humilde servidor cumple un año. Un año en el que dediqué a escribir como todos, sobre las cosas simples de la vida.

Debo confesar que fue una amiga muy cercana la que me convenció de entrar al mundo de los bloggers. Estuve como seis meses tratando de decidir si lo hacía o no. Hasta que por fin di el paso y me lancé, cual duelo de florete, a convertirme en una voz más en la blogósfera. Aparte me sirvió para contar aventuras, recuerdos, ideas, sueños, experiencias sobre el mal del Parkinson que me aqueja.

Tampoco imaginé la cantidad de amigos que he hecho y cuyos nombres no voy a poner pues temo olvidarme de alguno. A todos ustedes les debo mucho. El hacer una entrega y esperar la reacciones me hace sentir a veces como aquellos niños que esperan una recompensa por haberse portado bien. ¡Qué lindo! Me han hecho sentir niño. Ustedes saben quiénes son. Muchísimas gracias nuevamente. He recordado a gente que quiero y me falta escribir sobre la gente que no quiero.

En estos tiempos en que el Perú está pasando por un terremoto social, creo que la palabra concertación es la precisa para describir lo que hay que hacer por estos lares. Claro que al menor error del caballero que nos ha salido en suerte, como en los toros, donde a pesar de que la ganadería sea buena nunca se sabe si el toro es malo o pésimo, saltaremos los de la oposición como brincan los sapos. Estaremos dispuestos a comernos a los insectos.

Cabe aclarar que esto está dicho en buena.

Así que para el segundo año hay mucho de qué hablar o, mejor, escribir. Nada más por ahora. Le doy gracias a don Cyrano de Bergerac por haberme prestado su nombre, no para esconderme detrás de él, sino para recordar las aventuras de un romántico espadachín que se las trae.