jueves, 20 de diciembre de 2012

Felices fiestas con un regalo muy especial

Para mis amigos del ciberespacio y mis muy apreciados lectores, reproduzco un artículo de Gabriel García Márquez, que tomo de El Espectador. Espero que estas palabras les gusten tanto como a mí y que sea mi regalo virtual para todos.

¡Feliz Navidad y un 2013 realmente fantástico!

Nota: me tomaré algunos días  de descanso, así que mi próxima entrada, si Dios quiere,  será en enero de 2013 (si el 21 de diciembre nos lo permite, je, je).
Estas navidades siniestras
 Hay tantos estruendos de cornetas y fuegos de artificio, tantas guirnaldas de focos de colores, tantos pavos inocentes degollados y tantas angustias de plata para quedar bien por encima de nuestros recursos reales, que uno se pregunta si a alguien le queda un instante para darse cuenta de que semejante despelote es para celebrar el cumpleaños de un niño que nació hace dos mil años en una caballeriza de miseria, a poca distancia de donde había nacido, unos mil años antes, el rey David; 954 millones de cristianos creen que ese niño era Dios encarnado, pero mucho lo celebran como si en realidad no lo creyeran. Lo celebran además muchos millones que no lo han creído nunca, pero les gusta la parranda, y muchos otros que estarían dispuestos a voltear el mundo para que nadie lo siguiera creyendo. Sería interesante averiguar cuántos de ellos creen también en el fondo de su alma que la Navidad de ahora es una fiesta abominable. Y no se atreven a decirlo por un prejuicio que ya no es religioso sino social.

Lo más grave de todo es el desastre cultural que estas navidades pervertidas están causando en América Latina. Antes, cuando sólo teníamos costumbres heredadas de España, los pesebres domésticos eran prodigios de la imaginación familiar. El Niño Dios era más grande que el buey, las casitas encaramadas en las colinas eran más pequeñas que la virgen y nadie se fijaba en anacronismos: el paisaje de Belén era completado con un tren de cuerda, con un pato de peluche más grande que un león que nadaba en el espejo de la sala, o con un agente de tránsito que dirigía un rebaño de corderos en una esquina de Jerusalén. Encima de todo se ponía una estrella de papel dorado con una bombilla en el centro y un rayo de seda amarilla que había de indicar a los reyes magos el camino de salvación. El resultado era más bien feo, pero se parecía a nosotros y desde luego era mejor que tantos cuadros primitivos mal copiados del aduanero Rousseau.

La mistificación empezó con la costumbre de que los juguetes no los trajeran los reyes magos —como sucede en España con toda razón— sino el Niño Dios. Los niños nos acostábamos más temprano para que los regalos llegan pronto y éramos felices oyendo las mentiras poéticas de los adultos. Sin embargo, yo no tenía más de cinco años cuando alguien en mi casa decidió que ya era tiempo de revelarme la verdad. Fue una desilusión, no sólo porque yo creía de veras que era el Niño Dios quien traía los juguetes, sino también porque habría querido seguir creyéndolo. Además, por pura lógica de adulto, pensé entonces que los otros misterios católicos eran inventados por los padres para entretener a los niños y me quedé en el limbo. Aquel día —como decían los maestros jesuitas en la escuela primaria— perdería la inocencia. Pues descubrí que tampoco a los niños los traían las cigüeñas de París, que es algo que todavía me gustaría seguir creyendo para pensar más en el amor y menos en la píldora.

Todo aquello cambió en los últimos treinta años, mediante una operación comercial de proporciones mundiales que es al mismo tiempo una desgastadora agresión cultural. El Niño Dios fue destronado por el Santa Claus de los gringos y los ingleses, que es el mismo Papá Noel de los franceses, y a quienes conocemos demasiado. Nos llegó con todo: el trineo tirado por un alce y el abeto cargado de juguetes bajo una fantástica tempestad de nieve. En realidad, este usurpador de nariz de cervecero no es otro que el buen San Nicolás, un santo al que yo quiero mucho porque es el de mi abuelo el coronel, pero que no tiene nada que ver con la Navidad, y mucho menos con la Nochebuena tropical de América Latina. En la leyenda nórdica, San Nicolás construyó y revivió a varios escolares que un oso había descuartizado en la nieve y por eso le proclamaron el patrón de los niños. Pero su fiesta se celebra el 6 de diciembre y no el 25. La leyenda se volvió institucional en las provincias germánicas del norte a fines del siglo XVIII, junto con el árbol de los juguetes, y hace poco más de cien años pasó a Gran Bretaña y a Francia.

Luego pasó a Estados Unidos y éstos nos lo mandaron para América Latina, con toda una cultura de contrabando: la nieve artificial, las candilejas de colores, el pavo relleno y estos quince días de consumismo frenético a los que muy pocos nos atrevemos a escapar. Con todo, tal vez lo más siniestro de estas navidades de consumo sea la estética miserable que trajeron consigo: esas tarjetas postales indigentes, esas ristras de foquitos de colores, esas campanitas de vidrio, esas coronas de muérdago colgadas en el umbral, esas canciones de retrasados mentales que son los villancicos traducidos del inglés, y tantas otras estupideces gloriosas, para las cuales ni siquiera valía la pena haber inventado la electricidad.

Todo eso, en torno a la fiesta más espantosa del año. Una noche infernal en que los niños no pueden dormir con la casa llena de borrachos que se equivocaron de puerta buscando donde desaguar, o persiguiendo a la esposa de otro que acaso tuvo la buena suerte de quedarse dormido en la sala: no es una noche de paz y de amor, sino todo lo contrario: es la ocasión solemne de la gente que no se quiere. La oportunidad prudencial de salir por fin de los compromisos aplazados por indeseables: la invitación al pobre ciego que nadie invita, a la prima Isabel que se quedó viuda hace 15 años, a la abuela paralítica que nadie se atreve a mostrar. Es la alegría por decreto, el cariño por lástima, el momento de regalar porque nos regalan o para que nos regalen, y de llorar en público sin dar explicaciones. Es la hora feliz de que los invitados se beban todo lo que sobró de la Navidad anterior: la crema de menta, el licor de chocolate, el vino de plátano. No es raro, como sucede a menudo, que la fiesta termine a tiros. Ni es raro tampoco que los niños —viendo tantas cosas atroces— terminen por creer de veras que el Niño Jesús no nació en Belén sino en los Estados Unidos.

viernes, 14 de diciembre de 2012

De nacimentos, árboles, adornos, ofertas y demás

Con la trilogía (ver acá, acá y acá) del bombardeo hemos presentado, digamos, el lado "oscuro" de la Navidad. Pero no podemos negar que la Navidad tiene otro lado de la medalla: el lado claro, festivo, alegre, luminoso, brillante y encantador. No en vano se celebra, para nosotros los cristianos, el nacimento del Rey de Reyes.

Para algunos, como yo,es una fecha llena de nostalgia, de melancolía, de ausencias, de recuerdos que nos ponen un poco tristones, pero se balancea con el contagiante espíritu de fiesta que le pone la mayoría de la gente. Y aquí participan todos, desde el Rey hasta el paje.

Yo vivo en un distrito de Lima que se llama Miraflores, donde existe una avenida muy comercial que se llama José Larco, que empieza en el Óvalo de Miraflores y termina en un parque que da al Océano Pacífico, donde hay una pileta con aguas danzarinas de colores. En el Óvalo también hay aguas danzarinas. Entre esas dos piletas de aguas danzarinas están las 12 cuadras de la Av. Larco, que a veces parece Babel por la variedad de idiomas y acentos que uno puede escuchar al paso.

Al final de Larco, quedan famosos y grandes hoteles, que miran al mar. El municipio es el primero en desarrollar el espíritu navideño, colocando un enorme árbol en el mismo óvalo, visible a varias cuadras de distancia. Esto es tradicional, aunque cambien los alcaldes, cada diciembre hay un árbol. Eso si, pueden cambiar los estilos de acuerdo al gusto de cada alcalde, y hay algunos que lo han tenido muy malo, como el año que debimos padecer el árbol cohete, porque era apenas una copia del Apolo 11.

Bromas aparte, el de este año refleja el buen gusto de un alcalde que ha puesto uno bastante tradicional, como lo podrán apreciar en esta foto.
Óvalo de Miraflores
También ha dispuesto un nacimiento, o belén como lo llaman en algunos países, con figuras de tamaño real, frente al local de la Municipalidad. Fíjense que en este Nacimiento no hay Niño Jesús. Es que acá hay una costumbre, la de esperar a la medianoche del 24 de diciembre para colocarlo en su lugar. Mientras tanto, el Niño está de parranda, o fastidiado porque sus papás no encontraban lugar en el mesón por el empadronamiento dispuesto por el Emperador.

Nacimiento de la Municipalidad de Miraflores
Los locales comerciales también hacen lo suyo, adornando sus vitrinas con motivos navideños, saludos, buenos deseos y buenas vibras para todos. Eso si, no se puede negar que por ahí escondidito está el "compre y llévese".

Tienda con motivos navideños
Hasta los casinos, que acá están permitidos (mismo Las Vegas... bueno, es un decir), tienen su espíritu navideno muy visible. Juzguen ustedes mismos, el frontis de un casino miraflorino.
Saludo navideno de establecimiento miraflorino
Las tiendas tienen sus ofertas para la ocasión, con objetos de todo tipo y precio, para que nadie se quede sin su regalito.
Ofertas para 2013
En fin, he querido mostrarles el lado alegre de las fiestas de fin de año, donde todo el mundo, contagiado de ese espíritu del que tanto hemos hablado, camina rápido para todos lados, tropezándose, empujándose, haciendo colas para el pago, llenando los supermercados para adquirir los clásicos insumos para la fiesta navideña, sin que falte en las mesas el tradicional pavo.

Claro, cada barrio tiene su propio estilo y forma de vivirlo, con sus nacimentos, árboles, adornos, ofertas y demás.

viernes, 7 de diciembre de 2012

El bombardeo y sus consecuencias

Cuando era niño, y luego de jovenzuelo, cada vez que me dirigía a mi papá, apenas yo decía "papá", él me contestaba en tono de broma "¿cuánto es?" Y es que cuando los niños y los jovenzuelos piden, piden fuerte, piden fino y piden caro y piden bien.

En mi época (recordemos que yo nací cuando el Cristianismo aún era joven), se acostumbraba que los rapaces le escribiéramos cartas a Papá Noel, solicitándole los sueños que nos producían las vitrinas de los grandes almacenes. Cada tienda decoraba sus vitrinas con la diversidad de juguetes que vendía. Entonces, nosotros pasábamos por fuera de las diferentes tiendas, veíamos lo que queríamos, lo mentalizábamos y luego lo poníamos en nuestra carta dirigida al viejo con barba que se supone tenía tiempo de leerlas todas. Por tanto, las cartas eran muy distintas una de otra, pues como no había bombardeo televisivo, ese famoso "compre y llévese", cada niño dejaba libre la imaginación de soñar con lo que quería para Navidad. Y esa libertad quedaba plasmada en su carta.

Hasta que tuve unos 11 años, no supe la dirección del viejo, así que solamente remitía mi carta a su nombre y punto. Lo que no me podía olvidar era el remitente, porque así me aseguraba de que el barbudo pasara por mi casa. Y además tenía que estar con la caligrafía de escribano más pulcra que podía tener un niño, para evitar confusiones en Nochebuena. Imaginen que mis regalos soñados llegaran a mi vecino o a otro niño con un nombre parecido al mío.

El punto es que hace algunos días, paseando por la miraflorina avenida Larco, uno de los principales ejes comerciales de esta parte de Lima y muy cercana a mi casa, encontré las dos cartas de las que hablé en mi entrada anterior. He decidido no transcribirlas para proteger el secreto a las comunicaciones que toda persona debe tener, incluidos los niños. Cabe destacar que en Lima, son muchas las personas que todavía usan el correo tradicional, el de toda la vida. Con el cartero del barrio nos saludamos cuando nos cruzamos por la calle.

Retomando el momento en que me encontré con las cartas, decidi abrirlas y leerlas. Más pudo la curiosidad que las reglas de la buena educación. Me sorprendió que una fuera manuscrita y la otra impresa en computadora. Mi sorpresa mayor fue que las dos cartas pedían lo mismo:
- iPhone 5
- Macbook Pro
- Lentes de sol Dragon
- Playstation 3
- LED 45”
- Pelota Jabulani de ocho paños (tuve que investigar en San Google para saber que la Jabulani es la pelota oficial del Mundial Sudáfrica 2010; dato extra: jabulani significa celebración en zulú)
- Chimpunes Nike Mercurial Vapor Superfly II FG
- Bicicleta BMX

Se notaba a kilómetros que los dos niños habían recibido el mismo bombardeo. Volteé los sobres para ver los remitentes, y vi que uno tenía dirección de una de las zonas residenciales más caras de Lima y el otro de un barrio populoso, en la periferia de la ciudad. Lo primero que se me vino a la cabeza fue: ¿qué va a hacer el papá que no tiene dinero? ¿Qué explicación le dará a su niño el día de Navidad, cuando no encuentre ninguno de los regalos que le fueron inducidos imperativamente?

Estaba viviendo el momento más real de las consecuencias del bombardeo televisivo, radial, periodístico y en línea. La Navidad se ha convertido en un mensaje imperativo entre exclamaciones de "¡¡¡COMPRE Y LLÉVESE!!!" y dejó de ser todo lo demás.

¿Cómo te sentirías si el día de tu cumpleaños, todos los demás se saludaran y se regalaran y nadie se acordara de ti?

martes, 27 de noviembre de 2012

El bombardeo en su apogeo

Mientras se acerca el Día D, 25 de diciembre, o para mejor decir, la noche del 24 de diciembre, o el 6 de enero, o la noche del 5 de enero (Día D en otras latitudes), los bombardeos son cada vez más frecuentes y cada vez más intensos.

El Viejito Barbón de Rojo con distintos nombres (Santa Claus, San Nicolás, Papá Noel, Viejo Pascuero, Pere Noel, Babbo Natale, Weihnachtsmann, Pare Noel, etc) aparece colmando todas las frecuencias televisivas y radiales. No hay un solo producto que no se recomiende a través de él: "Compre y llévese", "Compre y participe en el sorteo", "Compre y ahorre". La palabra clave es COMPRE, seguido de un LLÉVESE usado con todos los sinónimos posibles en imperativo. Y si va entre exclamaciones, tanto mejor.

¿Y en qué quedó la Navidad? ¿El "espíritu navideño" no ha pasado a ser más que una fórmula para organizar fiestas donde se emborrachan hasta los mozos encargados de servir los plalos y las copas, pues los mozalbetes andan bajándose las botellas desde semanas antes.

Nadie recuerda el nacimiento del que para muchos es Dios hecho hombre, nadie recuerda el pesebre, nacimiento o belén (según el lugar). Esta mancha de muchos catalogados como crisitanos han distraído totalmente el espíritu del nacimiento de su Dios. Me pregunto si eso pasa con los que siguen a Mahoma, a Buda, a Confucio, a Yavé. ¿Habrá Papá Noeles budistas? Esto dicho con el mayor de los respetos, que no se me malinterprete.

Se ha vuelto costumbre la elaboración del árbol, generalmente un pino, que puede ser de plástico, papel, madera, etc. A su alrededor, los productos conseguidos a través de la campaña del "¡Compre y llévese!" De vez en cuando se escucha, a cuatro semanas de la Nochebuena o del 5 de enero, el ruido ensordecedor de los cohetes que va en aumento conforme se acerca la fecha. Hay quienes con envidiable poder adquisitivo compran regalos para todo el mundo. Y hay quienes no tienen para regalarle un pan a sus hijos.

Y se va acercando lo que para todos debería ser una noche de paz, alegría, esperanza, amor y no una ocasión de tristeza, soledad, añoranzas, peleas y tensiones.

El otro día, al pasar por la puerta del Correo, encontré accidentalmente dos sobres dirigidos al Viejito Barbón de Rojo. Todavía estoy pensando si transcribirles su contenido, amables lectores. A mí se me hizo un nudo en la garganta cuando lo leí.

Denme unos días para pensarlo y decidir si publico o no lo que descubrí al leer ambas cartas.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Comenzó el bombardeo

Si, se inició el bombardeo de publicidad. Dos meses antes, el enemigo está dispuesto a atacar y nosotros sin nada con qué defendernos. El enemigo ya inició su campaña teniendo como principal objetivo a los niños, y ya empezó a dirigir sus baterías contra uno en especial, alcanzándolo en cualquier momento con un proyetil asesino que terminara con él, el  mismísimo día de su nacimiento ¿O tal vez antes?

Para nada importa el verdadero significado de la fecha, lo único que hay es una meta: vender la mayor cantidad de productos posibles, sin importar lo que se celebre o recuerde el 25 de diciembre o el 6 de enero según el caso.

Y disfrazados de un viejito simpaticón con una vestimenta color rojo y blanco, colores de una bebida multinacional de poder infinito, de larga y canosa barba, sale  desfilando como soldado por la tele, por la calle, creando a los niños pobres ilusiones, ofreciéndoles bicicletas, pelotas, patines, muñecas, casas de muñecas etc alimentando los sueños de criaturas inocentes que jamás podrán conseguir algo de lo ofrecido porque sus padres no tienen cómo pagarlo. Crisis de mierda dicen muchos, mientras por la TV y todos los medios se incrementan las ofertas, siempre con el viejito de larga barba blanca como personaje principal de la epopeya, con mensajes que se repiten cada día con más frecuencia. Los vendedores de ilusiones pasan por encima de la larga línea divisoria entre los niños pobres y los que tienen recursos suficientes.

Es entonces que la línea de la pobreza se convierte en una línea de moral, pues me parece una inmoralidad ofrecer lo que jamás se va a poder tener. Y entonces se desnudan tradiciones: "no, hijo, no tienes lo que has pedido, pues la verdad es que somos nosotros, tus padres, los que damos los regalos". Y mientras se lo decimos a nuestros hijos, hay que convencerlos de que para otra vez será, quizá sea el próximo año cuando recupere el trabajo que perdí. Entonces, ahí resucitarán el Niño, los Reyes y el viejo Santa, que no tienen la culpa de haber sido usados con fines perversos. Feliz Navidad si es que hay regalos, y si no te los doy, te conviertes de una sola en un niño con el corazon encallecido porque desapareció su ilusión.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Las señoras de las pulgas

Hace 39 años, en un balneario cercano, al norte de Lima, se reunían unas 15 damas con la finalidad de desarrollar una idea: ayudar al prójimo de una forma diferente a los tipos de ayuda de entonces. Una forma de ayuda no asistencialista, como era la costumbre de la época.

Decidieron enfocar su apoyo a niños de escasos recursos económicos con sindrome de Down, retardo común y deficiencia auditiva. Todo niño con estas características se vería beneficiado con la muy especial ayuda que decidieron brindar estas caritativas damas.

Empezaron su obra dentro del balneario vendiendo cosas regaladas, y así pudieron estas buenas 15 señoras construir un colegio para que 15 niños tuvieran educación especializada con la finalidad de prepararlos para la vida y que, a la larga, pudieran tener una ocupación que les permitiera generar sus propios ingresos.

Y así lograron su primera obra: edificar un colegio que lleva el nombre del padre Quitapenas, el curita que les había aconsejado cómo canalizar sus intenciones de ayudar, pues tenía conocimiento de la situación de algunos niños con las características señaladas.

Las señoras decidieron llamar a su obra el Mercado de las Pulgas. Un mercado de pulgas es un lugar en donde encuentras objetos usados, antigûedades, de buena calidad, a buen precio. Es una "denominación de origen". En España se le conoce como "rastro", en Monastiraki y Plaka, en Atenas se le llama "mercado de las pulgas" (¿tal vez por influencia francesa?) al igual que al mercado de Saint Ouen en París. En estos mercados es válido el famoso regateo, ellos te dan un precio tú ofreces otro y el precio final se consigue de común acuerdo. Por lo visto es una práctica antiquísima esto del mercado de pulgas, que se remonta a la Grecia Antigua.

En este específico Mercado de las Pulgas, uno va y deja sus cosas antiguas, cosas finas de todo tipo, que estas buenas señoras venderán en un mercado que dura unos cuantos días al año. Al cabo de esos días, las señoras dan cuenta de lo vendido y entregan el dinero a quien dejó sus artículos, previa deducción de un porcentaje que usan para sus obras de bien. Siempre han funcionado en distintos locales, y en la actualidad hay gente que les presta casas o locales enormes para que tanto las señoras como los compradores tengan toda la comodidad necesaria.

A la fecha, estas extraordinarias mujeres con una capacidad de trabajo fenomenal y un corazón del tamaño de una catedral, han mandado a hacer los colegios e institutos de rehabilitación exclusivamente para niños con esas tres características. En 39 años han servido a la comunidad construyendo obras tan modernas que tienen rampas, asientos para discapacitados, instalaciones especiales en donde se desarrollan, se curan y se rehabilitan.

Son ya miles los niños beneficiados con esta obra de bien, pues así como salieron del balneario original y llegaron a Lima, de la capital peruana se han extendido a otras ciudades del interior del país. Su primer paso fuera de Lima ha sido a 200 km al sur, en Chincha. Han llegado a ser reconocidas por el Congreso Nacional hace algunos años.

Estas señoras, que ahora son alrededor de 130, dejan de lado sus quehaceres diarios y sus casas para atender sus labores en el Mercado de las Pulgas. El mercado está dividido por secciones: cuadros, joyas, platería, adornos, etc. Y hay un grupo de señoras por cada sección. Creo que más que pulgas, trabajan como hormigas.

Dejo constancia de que no menciono nombres de manera individual pues creo que todas y cada una de estas encantadoras damas merecen el mismo reconocimiento de todos nosotros por la labor que realizan. Y nuestro mismo agradecimiento.

En estos días está en pleno funcionamiento. Para los que puedan, les recomiendo que se den una vuelta y adquieran productos de calidad. De paso, estarán ayudando a niños que se lo agradecerán. Este año, las encuentran en la Av. Javier Prado Oeste 1915, San Isidro.

¡El mejor de los éxitos para estas encantadoras señoras!
 

viernes, 19 de octubre de 2012

Y llegué a cien con ayuda de Dios

Queridos amigos:

Con esta se cumplen cien entradas efectuadas en Columna 17. Si, cien entradas, !100! Quisiera agradecer a todas las personas que me apoyaron para iniciarme en este mundo de los blogs, en especial a Gabriela, que me tuvo loco durante meses tratando de convencerme de que tenía muchas cosas que contar y compartir con propios y extraños.

Para celebrar estas cien entradas, quiero compartir con ustedes las sabias palabras que contiene el Salmo 23:
El Señor es mi pastor, nada me falta. Me hace descansar en verdes pastos, me guía a arroyos de tranquilas aguas; me da nuevas fuerzas, y me lleva por caminos rectos, haciendo honor a su nombre.

Aunque pase por el más oscuro de los valles, no temeré peligro alguno porque tú, Señor, estás conmigo; tu vara y tu bastón me inspiran confianza.

Me has preparado un banquete ante los ojos de mis enemigos; has vertido perfume en mi cabeza y has llenado mi copa a rebosar. Tu bondad y tu amor me acompañan a lo largo de mis días, y en tu casa, oh Señor, por siempre viviré.
¡Amén!

martes, 16 de octubre de 2012

Sinlogismos, frases célebres y preguntas

Estos son todos los sinlogismos y preguntas publicados en este blog hasta la fecha. Muchos me han preguntado si son de mi inspiración. La repuesta es si. Los publico nuevamente porque han sido las entradas más leídas de este blog.

Comparto también una nueva idea para el blog. Si a algunos de mis lectores se le ocurre o escucha alguna frase que puede ser usada como sinlogismo, pregunta o frase célebre, que me la haga llegar como comentario. Yo lo publicaré dando debido crédito al autor.

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Entrada publicada con el título Sinlogismos(*) y preguntas el 28 de octubre de 2011.

La luna es triste porque tiene su lado oscuro...

La soledad es una peligrosa compañera...

Entre políticos se entienden...

La hipocresía es el tónico de los imbéciles...

La mentira es la peor de las verdades...

Adan nació de una costilla de Eva...

El mejor invento de Dios: la mujer...

Saturno es el planeta árabe. Tiene muchos anillos...

A los pianos les gusta las mujeres de mucha edad: están llenos de teclas...

¿Cómo se llamará el perro del hortelano?

Al hombre que sabe tejer, jamás le dará un infarto...

Casi todo lo que es rico, es pecado...

Hay amigos que se portan como animales y hay animales que se portan como amigos...

El violento es un cobarde con máscara...

¿Por qué hay cobardes y no cobardas?

Detrás de una gran mujer, hay un hombre muy pequeño...

¿Dónde están tus hijos en este momento?

No ames tanto, nunca serás correspondido igual.

¿Cómo será la cabeza del chorlito?

¿Quién es la mamá de los sobrinos del Pato Donald?

Los caballos que más corren son los de los bandidos...

¿De dónde sacó la plata Rico Mac Pato?

¿Por qué al bueno nunca se le acaban las balas?

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Entrada publicada con el título Más sinlogismos y preguntas el 31 de enero de 2012.

Ver post anterior sobre Sinlogismos y preguntas

Los parkinsonianos no sentimos los temblores, nos movemos solos.

¿Por qué en las noches todos los gatos son pardos?

Hay diferencia grande entre una noche de ensueño con una noche de sueño.

Los domingos hay que levantarse muy temprano para tener más tiempo de no hacer nada.

¿De quién es hijo el sobrino de Condorito?

El diabético siempre tiene dulces sueños.

Con esto del Internet una carta es más valiosa que un tesoro.

Los locos son sabios distraídos.

El que levanta el trasero, alza la cabeza.

La cobardía es contagiosa.

Morir es parte de la vida. Sufrir no.

La felicidad es un brebaje que se toma de a pocos.

Lo de "contigo, pan y cebolla" es frase del pasado.

Los amigos se cuentan con los dedos de una sola mano.

La soledad precede a la muerte.

¿Y si detrás del sol estuviera oscuro?

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Entrada publicada con el título Nuevos sinlogismos y preguntas el 20 de marzo de 2012.

Ver posts anteriores uno y dos.

¿Por qué todos los principes son azules?

La constancia tiene precio.

El político corrupto es una bala perdida.

El haragán es un malandro de vacaciones.

... pero, ¿por qué no pueden ser rojos?

Eva se comió una palta.

¿Y qué pasó con la serpiente?

Al buen gourmet se le nota en los ojos.

El corazon NO es la caja fuerte del amor.

Las guerras son producto de enanos mentales.

¿De qué universo son las misses?

Nunca la primera de su salón terminó como Miss Algo.

¿Y si la cabra no tirara para el monte?

Edison fue un inventor con luz interna.

El progreso es el arma oculta de los pobres.

Dar, dar, dar hasta que duela. (Padre Hurtado, Chile)

¡¡¡Si!!! (Dr. No)

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Entrada publicada con el título Sinlogismos, preguntas, frases célebres el 20 de agosto de 2012.

El poder es una bebida que marea.

La vida se termina cuando se dice "ya no puedo más".

Las mujeres bonitas huelen a flores.

La lealtad es un tesoro oculto.

Hay verdades que tienen que sacarse con fórceps.

No hay mujer fea sino mal acompañada.

Un terremoto se produce cuando la tierra tiembla de miedo.

Pedalear en estacionaria es sacar a pasear a la imaginación.

¿Y si se me olvidó tejer?- el Hombre Araña.

¿Salto o no salto?- Clark Kent.

¿Y si todo me lo jugara al póquer?- Rico MacPato.

¿En qué invierto mi capital?- Marx.

¿Cuándo inventarán los antiácidos?- Napoléon.

Uy, estoy que me hago- Cagancho.

¡Absolutamente si!- Albert Einstein.

No te preocupes, mi amor. Es un ida y vuelta nada más - Capitán James Lowell, comandante del Apolo 13.

sábado, 13 de octubre de 2012

Algo que me envió Víctor

Continuando con compartir con mis lectores los mensajes más curiosos que por correo elexctrónico me mandan mis amigos, acá les presento una lista de nuevas versiones de refranes muy conocidos, esta vez escritos de manera muy "culta".
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Más vale plumífero volador en fosa metacarpiana, que segunda potencia de diez pululando por el espacio.
(Más vale pájaro en mano, que cien volando)

Crustáceo decápodo que pierde su estado de vigilia, es arrastrado por el ímpetu marino. (Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente)

Relátame con quién deambulas y te manifestaré tu idiosincrasia.
(Dime con quién andas y te diré quién eres)

A perturbación ciclónica en el seno ambiental, rostro jocundo.
(Al mal tiempo, buena cara)

H2O que no has de ingurgitar, permítele que discurra por su cauce.
(Agua que no has de beber, déjala correr)

Ocúpate de la alimentación de las aves córvidas y éstas te extirparán las estructuras de las fosas orbitarias que perciben los estímulos visuales.
(Cría cuervos y te sacaran los ojos)

Al globo oftálmico del poseedor, torna obeso el bruto vacuno.
 (Al ojo del amo, engorda el ganado)

Quien a ubérrima conífera se adosa, óptima umbría le entolda.
(El que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija)

A equino, objeto de un obsequio, no se le aquilatan las piezas odontoblásticas.
(A caballo regalado, no se le miran los dientes)

El rumiante cérvido propende al accidente orográfico.
(La cabra tira al monte)

Las exequias con candel son más tolerables.
(Las penas con pan son menos)

No existe adversidad, que por sinecura no se trueque.
(No hay mal, que por bien no venga)

La ausencia absoluta de percepción visual, torna insensible al órgano cardíaco.
(Ojos que no ven, corazón que no siente)

Al andar maltrecho, aplicarle premura.
(Al mal paso, darle prisa)

Cavidad gástrica satisfecha.. . Víscera cardíaca eufórica...
(Barriga llena, corazón contento)

Existe un felino en cautiverio.
(Aquí hay gato encerrado)

Este si está para los muy cultos...
El que embriológicamente es traído al mundo, con el diámetro anteroposterior de la cavidad abdominal aumentado, no logrará reducir su contenido visceral, por más forzados intentos extrínsecos de reforzar dicha pared en su infancia.
(El que nace barrigón, ni aunque lo fajen de chiquito).

Yo me quedé estupefacto, ¿y ustedes?

lunes, 8 de octubre de 2012

El dinero

Me enviaron un mail con el contenido que reproduzco a continuación. Me pareció muy bueno y quisiera compartirlo con ustedes:

PRECEPTO CHINO

SOBRE EL DINERO

El dinero puede comprar una casa, pero no un hogar.
 
El dinero puede comprar un reloj, pero no el tiempo.
 
El dinero puede comprar una cama, pero no el sueño.
 
El dinero puede comprar un libro, pero no el conocimiento.
 
El dinero puede pagar un médico, pero no la salud.
 
El dinero puede comprar una posición, pero no el respeto.
 
El dinero puede comprar la sangre, pero no la vida.

El dinero puede comprar el sexo, pero no el amor.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Nueva moda: call centers

Aunque los trapitos sucios se lavan en casa, me siento en la imperiosa necesidad de compartir con mis blogueros amigos de otros lugares para que se enteren de una nueva moda que se está imponiendo en el Perú, que es el país de la moda.

Es algo que me tiene harto y casi vuelto loco, cosa que creo que le está pasando a la gran mayoría de mis paisanos que se ven afectados por esta novedad. Se trata de los call centers, que de un momento a otro y a las horas más inadecuadas, provocan que suene el teléfono, lo que ocasiona que uno deje de hacer lo que está haciendo para contestar la llamada, solamente para descubrir que al otro lado de la línea una voz desconocida muy atenta, masculina o femenina te saluda en una forma super atenta.

Lo primero que hace la persona que llama es presentarse, con nombre y apellidos, e indicar el nombre de la empresa a la que representa. Después pregunta por mí, con mi nombre y apellidos completos, o por alguien que pueda tomar decisiones. A continuación, trata de tentarme con ofertas de su empresa representada, que generalmente es un banco, una empresa de telefonía o de comunicaciones (especialmente una trasnacional europea mundialmente conocida), una (nada pacífica) compañía de seguros, y me ofrecen el oro y el moro.

Al inicio, mis respuestas eran que ya tenía el producto, que ya estaba asegurado o que ya contaba con teléfono, cable e Internet (conocido como trío). Pero la persona, que parece tener un libreto entre manos, sigue leyendo hablando maravillas de sus productos, sin siquiera parar para escuchar lo que tengo que decir. Ojalá se portaran así cuando se malogran sus servicios o cuando queremos reclamar un reembolso por un producto defectuoso o cuando queremos hacer efectiva alguna de las maravillas con la que nos engancharon hace buen tiempo.

La cosa es que te llaman entre cinco a diez veces al día, a veces la misma persona, para ofrecerte lo mismo cada una de esas cinco o diez veces. Es verdaderamente desesperante. No solamente por el fastidio de tener que dejar de hacer lo que sea que esté haciendo para contestarles, sino porque lo considero una invasión impune de privacidad, para ofrecerme productos y servicios que no quiero y que si quisiera, solicitaría directamente sin esperar a que me cayera del cielo una llamada que tenga exactamente lo que quiero.

Se meten a la mala a tu casa, como avezados ladrones, a invadir lo que considero debe ser un remanso de paz y tranquilidad. ¿Qué los autoriza a actuar así? ¿Qué atribución creen tener para una irrupción de esta naturaleza? No se amilanan ni cuando uno los amenaza con denuncias a los organismos competentes, ni con los maltratos que a veces parecen merecer por impertinentes.

Dentro de poco se contagiarán vendedores de salchichas, de pan, la bodega de la esquina y probablemente hasta las funerarias. Ya me imagino el libreto de estas últimas.
- Aló, buenos días, le habla una representante de La Buena Muerte y Hermanos S.A. ¿Hablo con el señor Cyrano Eduardo Martinete y Pinzón?
- Si soy yo.
- Señor don Cyrano, buenos días -sí, te vuelven a saludar-, nuestra empresa tiene una oferta que usted don Cyrano no se puede perder. Pero primero quisiéramos saber si tiene usted unos minutos para contestarme unas pequeñas preguntas...
- No, ¡no tengo tiempo!

Entonces, continuaría como si nada.
 - ¿Ha pensado usted suicidarse en los últimos seis meses? ¿Tiene usted algún familiar cercano que acaba de fallecer? Pues mi empresa le ofrece los mejores ataúdes y crematorios que usted se pueda imaginar...

Ya se imaginan cuál sería mi respuesta.

Por ahora, cuando llaman, simplemente les cuelgo el teléfono.

martes, 18 de septiembre de 2012

¿Tiempos descartables? - Un envío de Coco

Recibí este artículo del escritor uruguayo Eduardo Galeano de un querido amigo del mi promoción del colegio, o sea, de hace un montón de años, al que llamaré Coco.

Coco se fue a vivir a Estados Unidos hace un millón de años, pero siempre se hace presente a través de Internet, con muy interesantes envíos a todos los compañeros. Así que siempre no está poniendo al día con sus ocurrencias.

Esta vez, no puedo dejar pasar el artículo que leerán a continuación. Aunque tal vez alguno de mis amigos lectores ya conoce este texto, pues está circulando en Internet. Me pareció que valía la pena compartirlo con ustedes.
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Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.

No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.

Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales. ¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables!

Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó botar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo.

¡¡¡Nooo!!! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.

¡Guardo los vasos desechables!

¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez!

¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!

¡Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida!

¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que venían después! La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, vajillas y hasta palanganas de loza. Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de refrigerador tres veces.

¡¡Nos están fastidiando! ! ¡¡Yo los descubrí!! ¡¡Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.

¿Dónde están los zapateros arreglando las media suelas de las zapatillas Nike? ¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando colchones casa por casa? ¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista? ¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros? Todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos más y más y más basura.

El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad. El que tenga menos de 30 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el que recogía la basura!! ¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de... años! Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII).

No existía el plástico ni el nylon. La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en la Fiesta de San Juan . Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban. De 'por ahí' vengo yo. Y no es que haya sido mejor.. Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el 'guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo', pasarse al 'compre y bote que ya se viene el modelo nuevo’. Hay que cambiar el auto cada 3 años como máximo, porque si no, eres un arruinado. Así el coche que tenéis esté en buen estado. ¡¡¡¡Y hay que vivir endeudado eternamente para pagar el nuevo!!!! Pero por Dios.

Mi cabeza no resiste tanto.

Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.

Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo). Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo.

Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita. ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?

¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron?

En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y guardábamos.. . ¡¡Cómo guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!! ¡¡Guardábamos las tapas de los refrescos!! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos limpia-calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela. ¡Tooodo guardábamos!

Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de los encendedores descartables. Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de sardinas o del corned-beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave. ¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.

Las cosas no eran desechables. Eran guardables. ¡¡¡Los diarios!!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver.. ¡¡¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne!!!

Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para hacer cuadros y los goteros de las medicinas por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía 'éste es un 4 de bastos'.

Los cajones guardaban pedazos izquierdos de pinzas de ropa y el ganchito de metal. Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en una pinza completa.

Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden 'matarlos' apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada: ¡¡¡ni a Walt Disney!!!

Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: 'Cómase el helado y después tire la copita', nosotros dijimos que sí, pero, ¡¡¡minga que la íbamos a tirar!!! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de botellones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.

Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. ¡¡¡Ah!!! ¡¡¡No lo voy a hacer!!! Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables.

Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas. Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero.. No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo, pegatina en el cabello y glamour.

Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de teléfonos móviles. De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la 'Maruja' como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva. Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la 'Maruja' me gane de mano y sea yo el entregado.
¿No les pareció estupendo?

viernes, 7 de septiembre de 2012

Cuenta conmigo

A mis lectores, esta es una entrada muy especial, dedicada a ustedes y muestra la amistad y solidaridad que debe haber entre todos nosotros, a través de los distintos países y de quienes habitan esos distintos países.

¡Va por ustedes!


El día que me necesiten, cuenten conmigo.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Oma

Duendes Muti, los vi cuidando las flores de un montononón de colores. La Oma se pondría feliz en ese jardín. Ella gusta mucho de las flores, vive en un país lejano y bien delgadito, por eso la gente linda le dice Chilito. Muti, ¿¿¿se pueden mandar flores por Internet???
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 El 16 de agosto, apareció en el blog de AleMamá una entrada titulada Para Maya en 50 palabras, y nos lanzó un reto de poder hacer lo mismo: escribir un cuento con 50 palabras. En mi comentario le dije que para mí era sumamente difícil hacer eso, pero incumpliendo con mi negativa inicial, me he lanzado a escribir un cuento de 50 palabras, incluido el título. Y ahí lo tienen, encabezando esta entrada.

Nota: cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

viernes, 24 de agosto de 2012

El misterio de las puertas

En la última entrada de Esteban Blog, el estupendo blog de mi amigo Esteban, titulada ¿Existen los fantasmas?, me comprometí a efectuar mi comentario a su interesante planteamiento a través de este medio, pues creo que es el más adecuado.

Sin más preámbulos, iniciemos nuestro relato.

Esta es una historia verdadera.

Corría la década de los cuarenta, y sentados alrededor de una estupenda mesa antigua de un restaurante limeño, había tres grandes amigos: Alfredo, Miguel y Jaime. Charlas van, charlas vienen, llegaron a tocar asuntos serios. El punto es que tocaron el tema de si había vida en el "otro mundo" y entre los tres acordaron que, para verificar si había vida en el más allá, el primero en morirse, en el mismo día de su sepelio, tenía que enviar una señal clarísima, grande, indubitable, al nivel que a los otros dos no les quedara el menor resquicio de duda de que efectivamente había vida en en el más allá y que el emisor de la señal estaba en la Gloria. Es decir, si el fallecido no estaba en la Gloria, no se produciría la señal. Todo esto debía suceder a la medianoche en punto.

Los tres íntimos amigos sellaron su acuerdo con su propia sangre, pues cada uno se pinchó un dedo y con esa mezcla de las tres sangres, firmaron un documento que contenía los precedentes expuestos. Así de seria fue la cosa en esta locura de juventud.

Aquí hay que hacer una aclaración: los tres estaban en pleno uso de sus facultades. Este pacto, para algunos, rayano con la insanía, los asustó a ellos mismos. Asi que optaron por dejar las cosas ahí y retirarse, sin consumir nada de lo que habían ordenado.

Pasaron los años, que no fueron tantos, y el destino hizo que Jaime, que era aviador, estrellara su avioneta fumigando algodonales en la ciudad de Chincha, a 200 kilómetros al sur de Lima. Alfredo, que era su mejor amigo, como ya lo dijimos, fue el encargado de ir a recogerlo y traerlo a Lima para el velorio y posterior entierro. Una persona muy cercana a él me contó que ese día, desde que Alfredo supo lo que había pasado, estuvo actuando de una forma fuera de lo común. Tan fuera de lo común que provocó que esta persona le preguntara qué le pasaba, a lo que Alfredo le respondió: "espérate a la medianoche...".

Pasó el servicio religioso, al que por cierto, Miguel no asistió (nunca se supo por qué), y todos los asistentes partieron a sus casas. Cuenta la historia que Alfredo se recostó en su cama, como a las 8 pm, con los ojos abiertos y mirando hacia el techo. Parecía estar esperando algo.

Esta misma persona cercana, que era su esposa, le volvió a preguntar qué le pasaba. A lo que él respondió: "hace apenas horas que ha muerto mi mejor amigo, pero espérate a la medianoche, porque Jaime me va a decir algo".

En el primer piso de la casa de Alfredo, había un reloj antiguo de péndulo que marcaba las horas con campanadas que se escuchaban por toda la casa. Cuando llegaron las doce de la noche, el reloj comenzó a sonar, como pasaba en todas las horas desde hacía años. Entonces Alfredo comenzó a contar: "uno, dos, tres, cuatro...", hasta llegar a las doce campanadas. En eso se escuchó un solo ruido que llegó con un estruendo terrible que asustó a todos los que lo oyeron.

Alfredo dijo entonces, con una calma tremenda y casi con alegría: "Bueno Jaime, ya sé que estás en la Gloria".

¿Qué había sucedido, además del ruido? Lo supieron a la mañana siguiente, cuando se dieron cuenta de que la totalidad de las puertas de la casa, desde la puerta de entrada de la casa hasta la más pequeña puerta de clóset, tenían grietas que las atravesaban verticalmente, de arriba a abajo, con un corte limpio que las dividía a la mitad. El corte era tan limpio que era como si hubieran pulido la madera después de dividirla. Las grietas tenían más o menos medio centímetro de ancho y, como ya dije, atravesaban todas las puertas de arriba a abajo. Si bien eran resquicios gruesos, los remaches superiores e inferiores de las puertas que unían ambas mitades hicieron que estas siguieran cumpliendo su función a la perfección. Tanto así que Alfredo nunca quiso arreglarlas, en homenaje a la señal de su amigo Jaime.

Eso si, el reloj de péndulo nunca volvió a funcionar. Cada vez que lo mandaban a arreglar, se volvía a malograr.

Tengo la seguridad de que esto sucedió porque Alfredo era mi padre, y su esposa era mi madre. Las puertas permanecieron en ese estado, incluso después de que me fui de casa de mis padres.

Por eso es que también estoy totalmente seguro de que la Gloria existe.

No me preguntes, Esteban, si hay fantasmas. Personalmente, no sé cómo llamarlo, si otra vida, otra dimensión, otro plano. Lo que sí sé es que existe un algo inexplicable que está ahí, para el que quiera creer.

La segunda historia no la voy a poder contar. Espero sepan comprender.

PD: en cuanto a Miguel, tiempo después mi padre se enteró de que a la misma hora ese día, se rompieron algunos de los vidrios de las ventanas de su casa. Mi padre y Miguel jamás comentaron lo ocurrido.