En mi época (recordemos que yo nací cuando el Cristianismo aún era joven), se acostumbraba que los rapaces le escribiéramos cartas a Papá Noel, solicitándole los sueños que nos producían las vitrinas de los grandes almacenes. Cada tienda decoraba sus vitrinas con la diversidad de juguetes que vendía. Entonces, nosotros pasábamos por fuera de las diferentes tiendas, veíamos lo que queríamos, lo mentalizábamos y luego lo poníamos en nuestra carta dirigida al viejo con barba que se supone tenía tiempo de leerlas todas. Por tanto, las cartas eran muy distintas una de otra, pues como no había bombardeo televisivo, ese famoso "compre y llévese", cada niño dejaba libre la imaginación de soñar con lo que quería para Navidad. Y esa libertad quedaba plasmada en su carta.
Hasta que tuve unos 11 años, no supe la dirección del viejo, así que solamente remitía mi carta a su nombre y punto. Lo que no me podía olvidar era el remitente, porque así me aseguraba de que el barbudo pasara por mi casa. Y además tenía que estar con la caligrafía de escribano más pulcra que podía tener un niño, para evitar confusiones en Nochebuena. Imaginen que mis regalos soñados llegaran a mi vecino o a otro niño con un nombre parecido al mío.
El punto es que hace algunos días, paseando por la miraflorina avenida Larco, uno de los principales ejes comerciales de esta parte de Lima y muy cercana a mi casa, encontré las dos cartas de las que hablé en mi entrada anterior. He decidido no transcribirlas para proteger el secreto a las comunicaciones que toda persona debe tener, incluidos los niños. Cabe destacar que en Lima, son muchas las personas que todavía usan el correo tradicional, el de toda la vida. Con el cartero del barrio nos saludamos cuando nos cruzamos por la calle.
Retomando el momento en que me encontré con las cartas, decidi abrirlas y leerlas. Más pudo la curiosidad que las reglas de la buena educación. Me sorprendió que una fuera manuscrita y la otra impresa en computadora. Mi sorpresa mayor fue que las dos cartas pedían lo mismo:
- iPhone 5
- Macbook Pro
- Lentes de sol Dragon
- Playstation 3
- LED 45”
- Pelota Jabulani de ocho paños (tuve que investigar en San Google para saber que la Jabulani es la pelota oficial del Mundial Sudáfrica 2010; dato extra: jabulani significa celebración en zulú)
- Chimpunes Nike Mercurial Vapor Superfly II FG
- Bicicleta BMX
Se notaba a kilómetros que los dos niños habían recibido el mismo bombardeo. Volteé los sobres para ver los remitentes, y vi que uno tenía dirección de una de las zonas residenciales más caras de Lima y el otro de un barrio populoso, en la periferia de la ciudad. Lo primero que se me vino a la cabeza fue: ¿qué va a hacer el papá que no tiene dinero? ¿Qué explicación le dará a su niño el día de Navidad, cuando no encuentre ninguno de los regalos que le fueron inducidos imperativamente?
Estaba viviendo el momento más real de las consecuencias del bombardeo televisivo, radial, periodístico y en línea. La Navidad se ha convertido en un mensaje imperativo entre exclamaciones de "¡¡¡COMPRE Y LLÉVESE!!!" y dejó de ser todo lo demás.
¿Cómo te sentirías si el día de tu cumpleaños, todos los demás se saludaran y se regalaran y nadie se acordara de ti?
¡¡¡¡¿Cómo no existe?!!!!
ResponderEliminarCurioso el caso de las bicis, es el regalo que se caga en el paso del tiempo. No pasa de moda
Si, hijo, la bici es pedido obligado todos los años. Es un fenónemo histórico.
EliminarA mí me llama la atención la publicidad de un proveedor de servicio celular: "esta Navidad, PIDE un teléfono con tales y cuales característicamente". O "ven y LLÉVATE el nuevo modelo XX-99 por solamente", y el precio es casi la mitad de un sueldo mínimo.
ResponderEliminarAsí es, Gabriela, son órdenes que te dan los que organizan el "tome y llévese", previo pago, por supuesto.
EliminarPrimacho, me encanta leerte ya que coincidimos en varias cosas, esas cosas de familia. Yo también le escribía todos los años una carta al viejito barbudo, se le entregaba a papi (tu tío) para que la dejara en el correo, yo suponía que él sabía la dirección e iba a escribir el remitente. Esto fue hasta los 9 años de edad, todos los años pedía la bicicleta que a mí nunca me llegó, pero si a mi hermano el segundo. Decían que seguro el viejito barbón tendría miedo de que me accidentara (?). Generalmente no me traía ninguno de mis pedidos, alguna que otro regalo coincidía. Hoy en día ya los chicos no son tan inocentes como lo éramos en esa época, si pueden te piden todos los aparatos tecnológicos posible y hasta una moto, un auto...
ResponderEliminarLa Primacha.
Me has hecho reír, Primacha. Ocurrentes los tíos. Buena manera de torear los estrambóticos pedidos que a veces hacen los chicos. No quiero decir que tus pedidos hayan sido estrambóticos, sino que en general, los pedidos son estrambóticos.
EliminarLinda reflección corazón, habría que empezar por concientizar a los padres. Besitos.
ResponderEliminarTienes razón, Iris.
EliminarSospechoso me parece tanta coincidencia de los pedidos. ¿No será que hasta les hacen las cartas prediseñadas?
ResponderEliminarSon tremendas las expectativas que la promoción comercial hace en los niños y nos echan a perder la fiesta a todos; unos por no poder regalar esas cosas y otros por no recibirlas.
Tristísimo es que ÉSTE celebrado sea ignorado y suplantado.
Saludos, Cyrano amigo.
Lo de las cartas es perfectamente posible, AleMamá.
EliminarHas resumido en un párrafo la trilogía del bombardeo. Tiene una capacidad de síntesis envidiable.
Esos niños deben ser hijos de congresistas para recibir tamaños regalos.
ResponderEliminarJa ja ja XD
El problema viene cuando NO son hijos de congresistas. Renzo. Si fueran hijos de congresistas, no habría ningún problema.
EliminarGracias por darte tiempo de visitarme a pesar de lo ocupado que sé que estás.
Sin embargo creo que todavía hay niños que piden muñecas y bicicletas (esperemos a ver qué piden el próximo año)
ResponderEliminarEsos dos, y las pelotas, son los pedidos sobrevivientes de los niños de todos los tiempos, Mil rostros.
EliminarMe impresiona esta entrada, Cyrano, tal como la anterior. No por sabido lo de los problemas de muchos padres para resistir incólumes el bombardeo de la publicidad y los pedidos (en realidad al Viejito Pascuero)de sus hijos, deja de ser un hecho descorazonador.
ResponderEliminarEs el aspecto negativo de la navidad, que suele ser inclusive para los no cristianos como yo un motivo de unión y de alegría familiar.
Un abrazo.
¡Uy que se me pasaba esta entrada!
ResponderEliminarComo en muchas ocasiones lo papás tenemos mucho que ver con la elección de juguetes de nuestros hijos. Mis hijas tienen muy claro que, por supuesto, pueden pedir un juego para la consola pero el grueso de la carta serán juguetes tradicionales y libros.
Hay tiempo para todo y utilizando el sentido común puede tener cabida en la carta a los Reyes Magos todo tipo de juegos.
Un abrazo