Me invitó a pasar unos días en la casa, junto con algunos miembros de la familia y amigos. Por esas cosas del destino, con algunos de ellos no nos veíamos desde hacía largos 20 años. Estuvieron Chana y Cucho, Javier y Clara, Daly y Alfredo. Me contaron que también iban Pedro y Luciana, pero la mamá de Luciana fue internada en la clínica ese mismo día. Al día siguiente me enteré del lamentable fallecimiento de la señora. A Pedro si lo veo con frecuencia, pero con Javier me dejé de ver hace prácticamente 20 años, y eso que somos compadres.
Partimos una mañana de sábado en mi camioneta. Después de una serie de indicaciones brindadas por Trapo, celoso conductor oficial de la camioneta, a mi cuñado, quien manejó esta vez, hacia la aventura fuimos. Agrego que también nos acompañó Gladys, que me ayuda en la casa y termina incluida en este tipo de travesías.
No tuvimos ningún tipo de percance en el viaje de ida, ni siquiera embotellamiento de transito, tan comunes en las carreteras limeñas los sábados de verano, gracias a las acertadas medidas emprendidas hace años por las autoridades muncipales.
Yo que soy exageradamente previsor, la noche anterior puse la hoja de ruta en mi canguro pues nadie conocía la ubicación exacta de la casa. Por una descoordinación, la hoja de ruta salió del canguro con mi conocimiento y regresó sin mi conocimiento. Por lo tanto, yo estaba segurísimo de que se había perdido. Imaginen mi chasco al descubrir, ya de vuelta en Lima, la hoja de ruta bien guardada en el canguro.
Lo único que sabíamos era que teníamos que llegar al kilómetro 108 de la carretera Panamericana Sur, de ahí entrar a la derecha en un cartel. Hasta ahí, todo muy bien. Una vez volteados a la derecha, había un montón de bifurcaciones y desvíos y ahí ya no sabíamos por cuál ir. Hasta que alguien vio un cartel muy chiquitito que decía Asia Bonita, encima de un cartel muy grande que decía Asia Azul.
Finalmente, llegamos. El condominio donde está la casa es nuevecito, todo pintado de blanco con toldos anaranjados. Las playas se diferencias por el color de los toldos que la casas tienen en sus techos. Después de una rápida búsqueda, encontramos la casa.
El único problema fueron las barreras arquitectónicas. No existen rampas. Pero como para todo hay solución, me las arreglé para pasear por el condominio a mi regalado gusto. Y aquí paro pues esto me está saliendo más largo que Limo de Jeque.
En la próxima entrada les voy a contar cómo es que en esos días descubrí que es posible ir en silla de ruedas al mar...
Seguro Trapo estará pensando: "ojalá no hayan movido el asiento del chofer de la camioneta".
ResponderEliminar:D
UUUUUUUYYYYYYY...imagino su reaccion, Escoba..
EliminarTal vez hasta sea digna de todo un post.
Eliminar:D
;)
Como siempre, te las arreglas para convertir el menos en un más.
ResponderEliminarNo nos dejes esperando la segunda parte por mucho tiempo.
Tengo ke vivir asi,querida Gabriela, sino Mr. Parkinson (ke es mi amigo) me da con palo.
EliminarNo te preocupes, la segunda parte viene a la velocidad de un dedo sobre el teclado de la computadora...
Fantástica experiencia, amigo. Será muy útil, Cyrano, que dieras a conocer esa fórmula para llegar al mar en silla de ruedas, que-imagino- debe ser el sueño dorado de muchos.
ResponderEliminarHola querido amigo. Como esta Teresita? por favor saludala de mi parte
EliminarEl metodo se viene en menos de lo que canta un gallo. La receta aparecera en mi proxima entrada.
¡Excelente post!
ResponderEliminarBreve, fresco, lógico y al final nos dejas con la miel en los labios.
Espera un poquito, estimado amigo...
EliminarAyyy, Cyrano, nos dejas en ascuas. Yo quiero ver ese mar pronto...
ResponderEliminarY por hacer largo un post, no te preocupes, yo soy única en esos menesteres, jajaja.
Un beso
Laly, la respuesta todavia esta en el horno.
EliminarTal cual lo vivimos en la playa, nosotros también nos perdimos en la entrada. Fue un placer pasar unos días especialmente contigo, cosa que no hacía hace algún tiempo. Besitos y el amor de siempre para ti.
ResponderEliminarYo también la pasé muy bien con todos ustedes, mi querida Daly.
EliminarHola Cyrano:
EliminarMenos mal que no funcionaba el sistema de televisión por cable. Por ello el desafío de ir sí o sí a la orilla de la playa fue absoluto. Te felicito por tu fuerza de voluntad y a tus amables acompañantes por su fuerza...física.
Un abrazo.
Menos mal mi querido amigo, no hay mal que por bien no venga
ResponderEliminarcordial abrazo.
He ido leyendo de atrás pa'delante, pero todo es muy interesante y bien contado.
ResponderEliminarCariños
Muchas gracias AleMama... viniendo de ti...es un honor
ResponderEliminarSi te gusta o mejor dicho si te entretiene columna 17, un blog nada especial, avisale a tus amigos para encontrarnos en la blogosfera por medio de nuestras entradas Gracias