Ayer, como todos los días en la mañana, me fui directo a la computadora. Siguiendo mi costumbre, me fui al correo a darle una leída a mis e-milios, y luego me pasé a leer los blogs que acostumbro y me he acostumbrado a ellos. Sus autores son gente para mí extraordinaria, escriben con autenticidad, originalidad, educación y de ellos aprendo, lloro, me río, pues sus temas realmente son deliciosos. Sin ningún orden de preferencia los menciono: Cheluca, AleMamá, Gabriela, Luis, Renzo, Paulo, Lalo, Rodrigo y Esteban.
Resulta que AleMamá había escrito un post titulado El olvido que seremos, sobre la trascendencia de la vida y la vida después de la muerte. Entre los comentarios estaba el de Gabriela que citaba a Jorge Manrique y las Coplas a la muerte de su padre: "Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar que es el morir". El post de AleMamá, como siempre muy bueno, también recibió mi comentario, en donde referí a Javier Heraud, joven poeta peruano que, regresando de Cuba, fuera asesinado mientras navegaba en el río Madre de Dios. Él, como todo muchacho idealista enamorado de la revolución cubana de entonces, volvía para "hacer la revolución" en el Perú. Estudió en la Universidad Católica del Perú, donde yo también pasé por la Facultad de Letras. No había estudiante de Letras que no leyera la poesía de Heraud.
Aquí viene mi error: confundí el poema El río (famoso porque fue premonitorio) con las palabras de Manrique, por lo que hago la rectificación respectiva. Sin ánimo de sonar a excusa, en mi defensa debo decir que hay una parte que habla de la vida como un río que desemboca en el mar, casi como en las coplas de Manrique. Lo que no quiere decir que no acepte mi tremenda equivocación.
Quiero agradecer la forma tan sutil en que AleMamá me hizo dar cuenta de dicha equivocación. Para eso sirven los amigos del blog. Bueno, para eso y otras cosas más.
Para terminar, transcribo el poema El río, para que vean ustedes mismos que tiene mucha relación con el tema que trató AleMamá:
EL RÍO
Yo soy un río, voy bajando por las piedras anchas,
voy bajando por las rocas duras,
por el sendero dibujado por el viento.
Hay árboles a mi alrededor
sombreados por la lluvia.
Yo soy un río, bajo cada vez
más furiosamente, más violentamente
bajo cada vez que un puente me refleja
en sus arcos.
Yo soy un río un río
un río cristalino en la mañana.
A veces soy tierno y bondadoso.
Me deslizo suavemente
por los valles fértiles,
doy de beber miles de veces
al ganado, a la gente dócil.
Los niños se me acercan de día,
y de noche trémulos amantes
apoyan sus ojos en los míos,
y hunden sus brazos
en la oscura claridad
de mis aguas fantasmales.
Yo soy el río.
Pero a veces soy bravo y fuerte
pero a veces no respeto
ni a la vida ni a la muerte.
Bajo por las atropelladas cascadas,
bajo con furia y con rencor,
golpeo contra las piedras más y más,
las hago una a una pedazos interminables.
Los animales huyen,
huyen huyendo cuando me desbordo
por los campos, cuando siembro
de piedras pequeñas las laderas,
cuando inundo las casas y los pastos,
cuando inundo las puertas y sus corazones,
los cuerpos y sus corazones.
Y es aquí cuando más me precipito
Cuando puedo llegar a los corazones,
cuando puedo cogerlos por la sangre,
cuando puedo mirarlos desde adentro.
Y mi furia se torna apacible,
y me vuelvo árbol,
y me estanco como un árbol,
y me silencio como una piedra,
y callo como una rosa sin espinas.
Yo soy un río.
Yo soy el río eterno de la dicha.
Ya siento las brisas cercanas,
ya siento el viento en mis mejillas,
y mi viaje a través de montes, ríos,
lagos y praderas se torna inacabable.
Yo soy el río que viaja en las riberas,
árbol o piedra seca
Yo soy el río que viaja en las orillas,
puerta o corazón abierto
Yo soy el río que viaja por los pastos,
flor o rosa cortada
Yo soy el río que viaja por las calles,
tierra o cielo mojado
Yo soy el río que viaja por los montes,
roca o sal quemada
Yo soy el río que viaja por las casas,
mesa o silla colgada
Yo soy el río que viaja dentro de los hombres,
árbol fruta rosa piedra mesa
corazón corazón y puerta retornados,
Yo soy el río que canta al mediodía
y a los hombres, que canta ante sus tumbas,
el que vuelve su rostro
ante los cauces sagrados.
Yo soy el río anochecido.
Ya bajo por las hondas quebradas,
por los ignotos pueblos olvidados,
por las ciudades atestadas de público
en las vitrinas.
Yo soy el río
ya voy por las praderas, hay árboles a mi alrededor
cubiertos de palomas, los árboles cantan con el río,
los árboles cantan con mi corazón de pájaro,
los ríos cantan con mis brazos.
Llegará la hora en que tendré que
desembocar en los océanos,
que mezclar mis aguas limpias con sus aguas turbias,
que tendré que silenciar mi canto luminoso,
que tendré que acallar
mis gritos furiosos al alba de todos los días,
que clarear mis ojos con el mar.
El día llegará, y en los mares inmensos
no veré más mis campos fértiles,
no veré mis árboles verdes,
mi viento cercano, mi cielo claro,
mi lago oscuro, mi sol,
mis nubes, ni veré nada,
nada, únicamente el cielo azul,
inmenso, y todo se disolverá en
una llanura de agua,
en donde un canto o un poema más
sólo serán ríos pequeños que bajan,
ríos caudalosos que bajan a juntarse
en mis nuevas aguas luminosas,
en mis nuevas aguas apagadas.
Y siguió con un concierto
Hace 2 semanas
Cyrano, no hay ninguna humillación en equivocarse, menos aún cuando realmente hay una relación tan clara entre los dos poemas en lo tocante a ir a parar al mar, como dice Javier Heraud acá:
ResponderEliminar"...Llegará la hora en que tendré que
desembocar en los océanos,
que mezclar mis aguas limpias con sus aguas turbias....
Así es que murió de manera trágica. Qué lástima de pérdida, pero quizás eso fue lo que en definitiva lo hizo conocido y recordado.
Saludos y gracias por el alto concepto vertido sobre nuestros sitios.
Nobleza obliga, AleMamá.
ResponderEliminarGracias.
Lo que me encanta de este blog es que Cyrano sabe sacar una historia de las cosas más simples de la vida: tomar las pastillas equivocadas, un televisor malogrado, una comprensible equivocación de poemas.
ResponderEliminarPara mí, de eso se trata un blog.
:D
Aprecio mucho tus inmerecidas palabras, Gabriela
ResponderEliminarSon equivocaciones mínimas...que no alteran conceptos máximos.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias por el aliento,estimado Eteban.
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