Otros sostienen (para mí, gente que no alcanza a dimensionar la grave situación por la que están pasando 33 seres humanos): "pero no están tan mal después de todo, están en un refugio que tenía baño, comida, agua... en buena cuenta todo para sobrevivir".
No me quiero hacer cargo de la parte técnica, ni de las posibilidades de sobrevivencia porque confieso no saber nada del tema. Más bien quisiera que me acompañaran a reflexionar sobre el estado mental de estas personas.
Ayer en la TV, escuché al ministro de Salud de Chile (que me disculpo que no llegue a escuchar su nombre), del gabinete del Presidente Piñera, decir que ahora que los han encontrado vivos a todos, viene lo más complicado: el rescate. Cuando haya pasado la euforia inicial de saber que están vivos (gracias a una magistral disciplina y capacidad organizativa de los propios mineros, agrego yo) nos vamos a dar con la cruda y peligrosa realidad.
Pisando tierra la cosa es muy seria: 700 metros haciendo un forado por el que pasen los 33 hacia la superficie es tarea de titanes y la capacidad de resisistencia que hay que tener es tremenda.
La primera parte parece, según lo planificado, era avisarles cuánto tiempo iba a tomar sacarlos de donde están. Les han dicho que para el bicentenario de la independencia (18 de setiembre) es imposible o sea, que imagino, que todo Chile ya no pasará tan feliz y relajado bicentenario sino que lo pasará con un golpe en el pecho y una piedra en el zapato.
Los resultados según los cálculos son que podrían rescatarlos poco antes de Navidad. Esto es, dentro de 4 meses. Hace pocas horas, cuando les han dado la noticia, dicen que la han tomado con tranquilidad y esperanza. ¡Qué tales tipos estos!
33, si 33 hombres que van a tener que esperar 4 meses a 700 metros bajo tierra para poder ver nuevamente la luz del sol rebotando en la cara de cada uno de sus familiares con quienes se darán un saludo entre risas y llanto confundiéndose el amor con el dolor mientras se abrazan de una forma casi salvaje.
Hombres que van a tener que poner mucho de lo suyo para no desmoronarse psicológicamente Hombres de todo tipo de personalidades, de diversos modos de sentir y de reaccionar frente al tormento que significa la situacion en que se encuentran viviendo juntos y eso cuesta mucho esfuerzo, mucha audacia, mucha serenidad, mucha valentía. En buena cuenta, muchos cojones. Y no lo van a poder hacer solos. Aquí, en estas circunstancias tan especiales, tenemos que poner el hombro todos, hombres y mujeres de buena voluntad, empezando por los rescatistas que están en plena labor en estos momentos, que también pasarán alegría y frustación, con el transcurso de los días.
Los tenemos que apoyar, enviándoles nuestras oraciones, buenas vibras, pensamientos positivos, buenos deseos, en fin, todo lo que sirva para que 33 valientes vuelvan a su hogar a decirles a cada uno de los suyos: "¡feliz Navidad!"
¡Fuerza mineros!
