martes, 16 de noviembre de 2010

Una compleja enfermedad

El doctor Carlos, uno de mis médicos tratantes, explica de esta muy sencilla manera qué es el Mal de Parkinson y cuáles son las opciones para su tratamiento.

Esta es una enfermedad del sistema nervioso central, especialmente de una zona llamada sustancia negra, donde se produce una pérdida de las neuronas productoras de dopamina. Esta zona se encarga de controlar los movimientos del cuerpo y por lo tanto es un trastorno del movimiento que está asociado a trastornos hereditarios, mutaciones genéticas esporádicas y exposición a tóxicos aunque no tiene una causa determinada. Además, es una condición crónica, progresiva y no contagiosa. Se presenta con 4 síntomas principales: temblor, rigidez, bradicinesia (lentitud para hacer las cosas) e inestabilidad postural.

Tiene otros síntomas acompañantes tales como: depresión, alteraciones en deglución, salivación, masticación, cambios en habla, incontinencia, estreñimiento, piel aceitosa, sudoración excesiva, insomnio, hipotensión ortostática, calambres musculares, dolor articular, fatiga y disfunción sexual. Todo esto conlleva a que el paciente tenga una serie de limitaciones en sus actividades de la vida diaria.

Sin embargo, las manifestaciones son diferentes para cada paciente. Además, cada paciente puede tener diferentes manifestaciones o grados de afección en cada momento ya que esta se comporta con ciclos de mayor y luego de menor afección.

Para el tratamiento existen varias opciones:
Farmacológico: elevar nivel de dopamina, acción anticolinérgica y control de síntomas no motores como depresión y ansiedad.
Quirúrgico: palidotomía, talamotomía, estimulación cerebral profunda (DBS). Además, terapias de apoyo y complementarias.

Ninguna de estas altera el curso progresivo de la enfermedad.

Esas son las palabras del médico. Ahora les contaré cómo lo entendí yo, un paciente con Parkinson y por qué me animé a un segundo trasplante.

Como me lo explicó el doctor Augusto en palabras sencillas, las células madre no son tan "madre" como se las denomina cuando se las retira del entorno en el que habitan y se las traslada a otro lugar (en este caso, mi cerebro), donde van a aprender exactamente lo que se les enseñe. En consecuencia, hay que tener en cuenta que el procedimiento de trasplante significa un aporte de la ciencia, que pone el 50%. El otro 50% lo pone el receptor de las células madre en base a su estado de ánimo y psíquico, voluntad e inteligencia.

El receptor de sus propias células madre tiene la enorme responsabilidad de aportar con sus ganas de vivir para que la cosa resulte. Fue por ese motivo que el primer trasplante que me hice en 2007 no tuvo el éxito esperado, pues mi entorno no era nada favorable. Digamos que yo no estaba viviendo sobre un lecho de rosas. Ni mi entorno estaba bien, ni yo estaba bien. En consecuencia, no estaba preparado para dicho implante. No les di ninguna fiestacha de bienvenida a las células madre para que iniciaran su labor.

En cuanto al segundo trasplante, de hace una semana, no hubo tiempo para prepararse porque en dos días tomé la decisión de hacerme el implante. Creo que la diferencia está justamente ahí, en cuanto al receptor, o sea, yo mismo, pues tenía confianza, buenas vibras, valor, optimismo, aceptación y una buena dosis de fe.

Toda esta historia empezó cuando yo vivía solo en Santiago de Chile, donde vivía un año luego de que cierto presidentillo cerró el Congreso de mi país, cuando me empezó un dolor insoportable en las piernas que me impedía caminar y me hacía arrastrarme para movilizarme. Corría el año 1992, yo había sido Diputado Nacional y el Perú estaba inmerso en una interminable guerra interna. El terrorismo había casi tomado la capital y el susodicho presidentillo dio un golpe de Estado. Además, mi familia y yo sufrimos un grave atentado y decidimos partir a Chile.

(...)

3 comentarios:

  1. Pues a echar a andar esas buenas vibras y que las células madre aprendan todo lo que puedan. Esperemos que sean aplicadas alumnas.

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  2. Hola Cyrano:

    Nada mejor que conocer de los propios afectados los pormenores de un mal como el que reseñas, pero a la vez nada resulta más reconfortante que ver tus deseos de ganarle espacios a la enfermedad, con fe y esperanza.

    ¡Felicitaciones!

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  3. Muchas gracias Esteban por tus reconfortantes palabras. Tener este blog es como una terapia, y el relato que estoy haciendo en los últimos días es uno de los ingredientes con los que estoy dando sentido a mi vida, con la ayuda de gente como tú, Gabriela, mis hijos, Luis, Marta, Patricia y todos los que me leen, aunque no dejen comentarios.

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