El árbol de los duendes |
En un momento, sentí revuelo por encima de cabeza, que provenía de las frondosas ramas de los árboles que pueblan las pocas cuadras que hay entre la iglesia y mi casa. Alcé la vista y alcancé a ver a dos ardillas que corrían veloces, una tras la otra. Fue todo tan rápido que no me dio tiempo a sacar el teléfono para tomarles una foto. Nuevamente, mi imaginación voló y con la imagen del árbol de los duendes todavía fresca en mi recuerdo, las imaginé correteando ruidosamente en el tronco de ese árbol.
Con esa imagen compartida de árboles mágicos, ardillas veloces y duendes regresé a la casa.
Fue un final extraordinario a lo que empezó como una tarde invernal limeña común y corriente.
Que ganas de haber hecho el paseo contigo.
ResponderEliminarYa tendremos ocasión de hacer el paseo juntos. Un abrazo de aquellos.
EliminarLo extraordinario es tanto en lo que ocurrió, sino en poder verlo de manera extraordinaria.
ResponderEliminarAsi es Gabriela
EliminarHola Cyrano:
ResponderEliminarPienso que las ardillas estaban muy apuradas para ir a buscar a otras amiguitas del reino animal, para ir a hacer una convención al árbol.
Abrazo.
tremenda convencion querido amigo
EliminarYo veo a esas ardillas de marras cuando camino por el Ovalo Gutiérrez =)
ResponderEliminarPero una vez me encontré con una perdida por San Borja. Debió ser una ardilla mochilera. Ja ja ja...
muy buena amigo mio
ResponderEliminarLas ardillitas corrieron veloces a avisar a los duendes de que un humano andaba cerca ... ese fue el motivo del alboroto.
ResponderEliminarUn beso
Laly
Así es, Laly.
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