Este post es parte de la serie Recuerdos.
Dentro de muy poco tiempo cumpliré 62 añitos, y me asaltan una serie de recuerdos de una vida bien llevada. No me quejo.
Hace un par de días recordaba a la mama Inés. Se denomina mama a las damas que en otros países latinos se les conoce como nanas. Entró a trabajar a la casa cuando yo tenía 4 años. Era una mujer muy guapa, de pelo largo, medio encrespado que siempre llevaba suelto. Delgada, muy delgada diría yo. Sus ojos, grandes como almendras, te miraban fijo cuando hablaba. Su piel tenía un color canela, curtida por el sol de Chiclayo, ciudad donde nació, ubicada a unos 800 km al norte de Lima. Con su padre había trabajado en la chacra, ayudándolo a recoger naranjas.
Era huérfana de madre, quien falleció cuando Inés era muy, pero muy niña. Tenía hermanos, como 7. Aunque nunca los conocí a todos, me hablaba de ellos como si los viera todos los días.
Cuando llegó a Lima, fue directo a trabajar como camarera a la pensión de la señora Anita, que estaba ubicada frente a mi casa. Luego de un año se pasó a trabajar con nosotros. El motivo nunca lo supe.
Apenas llegó a casa establecimos una relacion de cariño y amistad, junto con mi hermana Rocío. Los tres éramos inseparables. Inés se ocupaba de prepararnos los alimentos. Realmente cocinaba delicioso, al nivel que los amigos siempre querían ir a comer a la casa. Pasaban los años, íbamos creciendo, hacíamos de todo junto con ella: ir al parque, a jugar, nos acompañaba a los cumpleaños de primos y amigos, etc.
Cuando salía a la calle, se metía al baño como media hora antes, y salía maquillada como si se fuera a un matrimonio. Armábamos el árbol y el pesebre en Navidad y cuando llegaba el verano, nos íbamos al club.
Cuando Rocío y yo crecimos, caminábamos por distintos lugares y no salíamos con la misma gente. La mama Inés se fue quedando casi sin nosotros. Se dedicó mucho a sus cuatro hijos. A mí me pidió ser padrino de bautizo del primero, cosa que consideré un honor.
Al llegar a la adolescencia mi hermana y yo, le confesábamos nuestros amores locos, y ella muy seriamente nos aconsejaba, dejando en cada palabra un pedacito de su vida. Ya de grandes, mi hermana contrajo matrimonio primero que yo.
Y nació Jean Pierre, el primer nieto de mis padres, mi primer sobrino y, por supuesto y para felicidad de mi hermana, en engreído de Inés, que se convirtió así en su mama. Hasta que JP creció, pero siempre la siguió tratando, al igual que todos nosotros, como mama Inés.
Lo que hasta ahora me da pena es que nunca fuera mama de mi hijos. Es decir, nunca los cuidó como a nosotros y a JP, pero siempre estaba con ellos cuando podía. Así que también aprendieron a decirle mama Inés. Hasta mis amigos y los de Rocío la trataban con mucho respeto. Incluso los amigos de mi mamá tenían hacia ella un trato muy amable y cariñoso.
Cuando mi padre se fue, quedaron solas en la casa mi madre y la mama Inés. Se hicieron muy amigas, aunque a veces las peleas entre ellas por tonterías, tonterías para mí pero importantísimas para ellas, eran de campeonato. Todo terminaba con la mama Inés amenzando con irse, cosa que nunca hizo.
Y así pasaron 52 años. 52 años que pasaron volando. 52 años viviendo con nosotros, cuidando a nuestros hijos mientras cuidaba a los suyos, que habían nacido en mi casa. Y también acompañando a mi mamá en medio de risas y lágrimas.
Solamente una vez se fue de la casa, directo al hospital. Tenía 75 años. No volvió más. La mama Inés se había ido a acompañar a dos de sus hijos, que se le adelantaron, para estar juntos con taita Dios y cuidando a los angelitos allá en el cielo.
Curiosamente me he enterado por ahí que ellos también le dicen mama Inés.
Primer post de la serie Recuerdos. Los siguientes están agrupados acá.
Y siguió con un concierto
Hace 5 semanas
Tenía esa sabiduría propia de la gente simple que ve con los ojos del amor.
ResponderEliminarEl mejor aguadito de pavo que he comido en mi vida lo preparaba la mama Inés, aunque yo le decía Inés o Inesita.
Siempre es agradable compartir tus recuerdos.
ResponderEliminarUn abrazo de aquellos.
La pobre ines debio estar tan atareada con TANTOS amores locos y no tan locos! Tambien nos guapeaba cuando lo mereciamos. Siempre sonriente.
ResponderEliminarLindo homenaje a esas mujeres humildes que desde un segundo plano dieron lo mejor de sía para nuestras familias. Que descanse muy cerca del Señor.
ResponderEliminarMe gustó mucho el post, aunque debo recordarte una pequeña corrección: Mama Ines si fue mi mama... Aunque de más grande, de hecho gracias a ella terminé viviendo en el departamentito de la casa de mi abuela. Siempre recordaré sus historias, las repetía y repetía muchisimas veces pero siempre con una mirada de primisia. Gran defensora y encubridora de mis aciertos y desaciertos, siempre decía que se iba a cansar y se iba a ir a otra parte, pero probablemente tenía ya muy profundas las raices en nuestra familia. Siempre dispuesta a dar tanto cariño, a veces hasta a escondidas para que la abuela no se moleste con ella. Una gran mujer y una gran madre. Sólo lamento no haber tenido la fuerza suficiente como para poder visitarla en el hospital ya que creía que si la veía mal me iba a derrumbar, cosa que de hecho pasó cuando la velamos, aún cuando estuviera acompañado de varios de mis grandes amigos que también la querían mucho... Lindo post que trae a la memoria lindos recuerdos, aunque me caigan las lágrimas mientras lo comento.
ResponderEliminarGabriela:Sin duda alguna
ResponderEliminarLalo:Siempre hijo siempre...
Oso:Fuiste padrino de uno de sus hijos
Alemama:Muchas gracias
Paulo:Tienes razon hijo
Hola Cyrano:
ResponderEliminarMe uno a tu legítima emoción y añoranza.
Un abrazo.
Mil gracias Esteban
ResponderEliminarCyrano, que bonito recuerdo. Ellas son como nuestras segundas madres, que pena que nunca la conocí.
ResponderEliminarTe contaré que mi peor es nada cumpliò el 15 de marzo 64, tú estás más jovencito que él jaja. Cuándo es tu cumple?
Lía: gracias por tu comentario.
ResponderEliminarUn abrazo de saludo atrasado a tu peor es nada. Sobre el dato de mi cumpleaños, te lo doy vía mail porque no quiero que las fans me llenen de finísimos regalos ni que me organicen una soirée, como suele pasar cuando un espadachín de mi categoría cumple años.